La Ranita y sus Audífonos Mágicos
Había una vez, en un tranquilo estanque rodeado de frondosos árboles, una pequeña ranita llamada Rita. Rita era muy curiosa y siempre estaba dispuesta a aprender cosas nuevas. Sin embargo, había algo que la preocupaba: a veces sus amigos no podían escucharla bien porque su croar era muy suave.
Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con un anciano búho que decía ser guardián de los secretos del bosque.
"Hola, ranita, ¿qué te preocupa?" - preguntó el búho con voz profunda.
"¡Hola! Soy Rita y me gustaría que mis amigos pudieran escucharme mejor cuando croo. Mi voz es muy suave y a veces se pierde con el ruido del estanque. "
"Si escuchás bien, siempre habrá quien te escuche" - respondió el búho intrigado.
"¿Cómo puedo hacer eso?" - preguntó Rita.
El búho le dio una idea:
"En el corazón del bosque hay una flor mágica. Si la encontrás y le pedís un deseo, te ayudará con tu problema. Pero tené cuidado, la flor está custodiada por un viejo sapo que no confía en las ranitas."
Rita decidió que debía aventurarse. Así que, con su determinación, saltó del estanque y se adentró en el bosque. Después de un rato, llegó a un claro donde encontró al viejo sapo.
"¡Hola, sapo! Estoy buscando la flor mágica porque quiero mejorar mi voz para que mis amigos me escuchen mejor." - dijo Rita.
El sapo, con una sonrisa escéptica, respondió:
"¿Y por qué debería ayudarte, pequeña ranita?"
"¡Porque todos merecen ser escuchados! Si consigo mejorar mi voz, podré contar historias y jugar con ellos sin que me falten el respeto."
El sapo la miró fijamente y vio que tenía razón. Se quedó pensativo un rato y luego dijo:
"Muy bien, pero para que la flor te ayude, debes hacer algo primero. Tendrás que ayudarme a encontrar mis gafas, que se me han perdido cerca del estanque."
Rita asintió de inmediato. Al regresar al estanque, se puso a buscar las gafas del sapo; saltó aquí y allá, hasta que finalmente las encontró atascadas en un juncal.
"¡Aquí están, sapo!" - gritó Rita, emocionada.
"Muchas gracias, ranita. Te debo una, así que ahora puedo llevarte a la flor mágica." - dijo el sapo, encontrando un nuevo brillo de confianza en su mirada.
Ambos se aventuraron hacia el corazón del bosque, donde descubrieron la flor mágica brillando con todos los colores del arcoíris.
"Ahora, pedí tu deseo, Rita" - dijo el sapo.
Rita se acercó a la flor y, con todo su corazón, expresó su deseo:
"Quiero que mi croar sea fuerte y claro para que todos mis amigos puedan escucharme y disfrutar juntos de la música de nuestras historias."
La flor brilló intensamente, y de pronto, un suave eco recorrió el aire, transformando el croar de Rita en una hermosa melodía que resonó en todo el bosque.
"¡Lo logré!" - gritó Rita, sorprendiéndose de su propia voz.
"Ahora ya estás lista para contar historias", sonrió el sapo.
"Pero recordá siempre, que lo importante no es solo ser escuchada, sino también escuchar a otros."
Rita asintió, comprendiendo que cada croar, cada historia, siempre tiene un lugar en el corazón de los demás.
La ranita regresó a su estanque y comenzó a contar a sus amigos sobre sus aventuras, y ellos la escucharon con atención, disfrutando de cada palabra.
Con el tiempo, Rita no solo se volvió conocida por su hermosa voz, sino que también se convirtió en la mejor amiga que siempre estaba dispuesta a escuchar a los demás.
Y así, la ranita con sus audífonos mágicos llevó alegría al estanque, uniendo a todos en una sinfonía de risas y cuentos. Fin.
FIN.