La Rata Herida


Había una vez un chico llamado Juan que le encantaba caminar por el bosque. Un día, mientras se adentraba en el camino, encontró a una pequeña rata herida y asustada.

Juan no sabía qué hacer al principio, pero decidió llevarla a su casa para cuidarla. Al llegar a su hogar, la rata estaba temblando de miedo y dolor. "No te preocupes amiguita, yo te voy a curar", dijo Juan con ternura.

Con mucho cuidado, Juan limpió las heridas de la rata y le dio comida y agua. La ratita empezó a sentirse mejor gracias al amoroso cuidado de Juan. A medida que pasaban los días, Juan se encariñó más y más con su nueva amiga.

Juntos exploraron el bosque y descubrieron cosas maravillosas como flores coloridas e insectos brillantes. Un día, cuando estaban jugando en el jardín trasero de la casa de Juan, la ratita empezó a correr hacia un agujero en la cerca del vecino.

"¡Espera! ¡No vayas tan rápido!" gritó Juan detrás de ella. Pero ya era demasiado tarde. La ratita había desaparecido por el agujero en la cerca antes de que pudiera detenerla.

Juan se sintió triste al principio pero luego recordó todo lo bueno que habían pasado juntos. Decidió seguir adelante con una sonrisa en su rostro porque sabía que siempre tendría esos recuerdos especiales con su amiga peluda.

Desde entonces, cada vez que iba al bosque o veía alguna otra criatura necesitada de ayuda recordaba su amistad con la ratita, y se sentía feliz de haber hecho lo correcto al cuidarla. Y así, Juan aprendió una valiosa lección sobre el amor y la amistad.

A veces, lo que parece pequeño e insignificante puede ser lo más importante en nuestras vidas.

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