La rata planchadora



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una rata llamada Rosita. Era una rata muy especial, porque a diferencia de las demás ratas, no le gustaba rebuscar en la basura ni hacer travesuras.

Rosita tenía un gran talento: ¡sabía planchar ropa! Rosita había aprendido a planchar observando a la señora Marta, quien tenía una lavandería en el pueblo.

Todos los días después del colegio, Rosita se colaba por la ventana de la lavandería y observaba detenidamente cómo la señora Marta utilizaba su plancha mágica para dejar impecables las prendas de ropa. Un día, mientras observaba desde su escondite detrás de unas cajas, Rosita escuchó que la señora Marta estaba preocupada.

Había recibido muchos pedidos y no tenía suficiente tiempo para terminar todo el trabajo. Rosita decidió entonces que era hora de ayudar a la señora Marta y mostrarle sus habilidades con la plancha.

Al día siguiente, cuando todos estaban ocupados trabajando en sus casas o en el colegio, Rosita entró sigilosamente a la lavandería y comenzó a planchar toda la ropa acumulada. La pequeña rata pasó horas y horas alisando cada prenda con mucho cuidado.

Cuando finalmente terminó, se dio cuenta de que había dejado todas las prendas perfectamente planchadas y sin ninguna arruga. De repente, apareció el gato del vecindario llamado Mochi.

Mochi siempre estaba buscando problemas y quería atrapar a Rosita para jugar con ella como si fuera un juguete. Rosita no sabía qué hacer, pero en ese momento recordó un truco que había visto en la tele.

Tomó una camisa planchada y se escondió debajo de ella, comenzando a moverse de un lado a otro como si estuviera viva. Mochi quedó sorprendido al ver una camisa moviéndose por sí sola y rápidamente se asustó. Salió corriendo despavorido y Rosita pudo escapar sin ser atrapada.

Cuando la señora Marta volvió a la lavandería, encontró todas las prendas perfectamente planchadas y no podía creerlo. Se preguntaba quién habría sido capaz de hacer semejante trabajo. Rosita decidió revelarse y salió de su escondite para mostrarle a la señora Marta lo que había hecho.

La mujer quedó maravillada al ver a la pequeña rata vieja que planchaba ropa tan bien. Desde ese día, Rosita se convirtió en la ayudante oficial de la señora Marta.

Juntas trabajaban duro para entregar toda la ropa limpia y perfectamente planchada a tiempo. La noticia sobre el talento especial de Rosita se extendió rápidamente por todo el pueblo y muchas personas comenzaron a llevar sus prendas solo para que las planchara ella.

Rosita demostró que incluso siendo diferente, todos tenemos habilidades únicas que podemos utilizar para ayudar a los demás. A veces solo necesitamos darle una oportunidad a alguien o algo distinto para descubrir verdaderos talentos ocultos.

Y así, con su esfuerzo y dedicación, Rosita enseñó al mundo que hasta una rata vieja puede hacer cosas maravillosas.

FIN.

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