La Rata Valiente y el Dragón del Espacio



Había una vez una pequeña rata llamada Rati, que vivía en una ciudad llena de ruidos y luces. Rati era curiosa, siempre explorando su entorno y soñando con aventuras emocionantes. Sin embargo, su vida cambió un día cuando, al salir de su escondite en busca de algo rico para comer, se encontró con un dragón del espacio que aterrizó en la plaza central.

El dragón, llamado Zorak, era enorme y resplandecía con colores brillantes. Tenía alas que parecían estar hechas de estrellas, y su aliento parecía luz cósmica. Todos los animales de la ciudad se asustaron y se escondieron, pero Rati, llena de curiosidad, decidió acercarse.

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- ¡Hola, gigante! ¿Quién sos? - preguntó Rati, temblando un poco pero con voz firme.

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- Soy Zorak, el dragón viajero del espacio. He venido a buscar algo especial para llevarme a mi planeta - respondió Zorak, con un tono suave y amistoso.

Rati, intrigada, miró hacia arriba y preguntó:

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- ¿Y qué es eso que buscás?

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- Busco una joya que brille con la luz de mil estrellas. La necesito para iluminar mi hogar en el espacio.

Rati, que siempre había soñado con aventuras, pensó que podría ayudar a Zorak. Entonces preguntó:

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- ¿Y si te ayudo a encontrar esa joya, me llevarías contigo a tu planeta?

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- ¡Eso sería maravilloso! - exclamó Zorak, con sus ojos brillando al igual que su escamas.

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- Está bien, entonces. ¡Vamos a buscar esa joya!

Los dos se embarcaron en una aventura por la ciudad, preguntando a diferentes animales si habían visto alguna joya brillante. Durante su búsqueda, Rati superó muchos obstáculos. Se enfrentó a un gato que no quería dejarla pasar, que le dijo:

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- ¿Por qué deberías pasar?

Y Rati, con valentía, le dijo:

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- Estoy en una misión amigable con Zorak el dragón del espacio. ¡Necesitamos encontrar una joya para que pueda volver a casa!

El gato, impresionado por la valentía de Rati, decidió dejarla pasar, y así, siguieron su camino.

Finalmente, llegaron a un viejo árbol en el que encontraron a una sabia tortuga llamada Tula. Rati se acercó y le preguntó:

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- Tula, ¿has visto alguna vez una joya que brille con la luz de mil estrellas?

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- Sí, pequeña Rati - respondió Tula. - Esa joya está en la cima de la montaña más alta de la ciudad. Pero, para llegar allí, necesitarás coraje y determinación.

Rati miró a Zorak y asintió con la cabeza. Juntos, se dirigieron hacia la montaña. Al llegar a la cima, encontraron una piedra brillante, que con el reflejo del sol, realmente parecía tener la luz de miles de estrellas.

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- ¡Lo logramos! - gritó Rati, emocionada.

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- Sí, gracias a tu valentía y curiosidad - respondió Zorak, mientras levantaba la hermosa joya con su garra.

Justo cuando Zorak estaba a punto de irse, comenzó a sonar un estruendo. Una tormenta apareció de la nada. Rati, asustada, dio un paso atrás.

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- No puedo volar con la tormenta, tengo miedo.

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- No te preocupes, yo estaré contigo - dijo Zorak con firmeza.

Con el apoyo de Zorak, Rati respiró hondo y decidió enfrentar su miedo. Así, con su nueva amistad forjada en la aventura, juntos navegaron por la tormenta y encontraron un camino despejado hacia el espacio.

Finalmente, cuando llegaron a las estrellas, Zorak le dijo:

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- Gracias, Rati. Nunca olvidaré tu valentía. Siempre serás bienvenida en mi planeta.

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- ¡Qué alegre! Me encanta haber podido ayudar.

Y así, Rati regresó a su hogar en la ciudad, llena de historias, y siempre recordando que, aunque era pequeña, tenía un gran corazón y podía ser valiente.

Esa noche, mientras miraba las estrellas, Rati supo que, aunque a veces tenía miedo, siempre podía aventurarse hacia lo desconocido y ayudar a otros, porque a veces, las mayores aventuras ocurren cuando menos lo esperas.

FIN.

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