La rebelión de los niños


Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Dulceville, donde reinaba un poder arbitrario. Los niños vivían bajo la opresión de los adultos, quienes tomaban todas las decisiones sin tener en cuenta sus opiniones o deseos.

Pero había un grupo de valientes y astutos niños que se habían unido para combatir esta injusticia: La Agencia de los Niños.

Liderados por Tomás, un niño inteligente y audaz, y acompañados por su fiel amiga Sofía, una niña decidida y valiente, La Agencia de los Niños estaba dispuesta a cambiar el destino del pueblo. Un día, mientras caminaban por el bosque cerca del pueblo, escucharon unos llantos desgarradores.

Al acercarse al origen del sonido, descubrieron a Hansel y Gretel atrapados en una jaula gigante. Hansel era un niño grande pero amable, mientras que Gretel era una niña pequeña pero ingeniosa. Ambos habían sido encerrados por la malvada bruja que gobernaba Dulceville.

Tomás y Sofía no dudaron ni un segundo en ayudar a Hansel y Gretel a escapar de su cautiverio. Con habilidad e ingenio lograron abrir la jaula usando palos encontrados en el bosque.

Una vez libres, todos se sentaron alrededor de una fogata para planear cómo enfrentarían a la bruja. "La única forma de derrotarla es con astucia", dijo Tomás pensativo. "Tal vez podamos engañarla para que revele sus debilidades", sugirió Sofía. "¡Eso! Debemos hacerle creer que somos inofensivos", agregó Hansel.

Juntos, idearon un plan para engañar a la bruja. Decidieron disfrazarse de pasteleros y llevarle una tarta gigante como regalo. Sabían que la bruja era adicta al dulce y no podría resistirse a probarla.

Al día siguiente, se dirigieron al castillo de la bruja llevando consigo una tarta llena de trampas ocultas. Al presentar el regalo, la bruja sonrió maliciosamente y aceptó gustosa.

Sin embargo, cuando probó un pedazo de tarta, quedó atrapada en una red invisible que habían colocado los niños. "¡Ja! ¡No podrás escapar ahora!", exclamó Gretel victoriosa. "Hemos descubierto tu debilidad: tu glotonería", agregó Tomás con determinación. La bruja intentaba soltarse desesperadamente mientras los niños se acercaban con cautela.

Con valentía, Sofía encontró un frasco lleno de polvo mágico en los bolsillos de la bruja. Sin pensarlo dos veces, lo arrojó al suelo causando una gran explosión y liberando un humo espeso.

Cuando el humo se disipó, los niños vieron cómo la bruja había sido transformada en un inofensivo conejo blanco. El poder arbitrario había sido derrotado gracias a la astucia y valentía de La Agencia de los Niños. Con su misión cumplida, Tomás, Sofía, Hansel y Gretel regresaron triunfantes a Dulceville.

Los adultos del pueblo habían presenciado todo y se dieron cuenta de la importancia de escuchar a los niños y respetar sus opiniones.

A partir de ese día, los niños de Dulceville fueron tratados con igualdad y sus voces fueron escuchadas en cada decisión que se tomaba en el pueblo. La Agencia de los Niños había logrado cambiar las reglas del juego, demostrando que todos, sin importar su edad, merecen ser respetados y tener una voz en la sociedad.

Y así vivieron felices para siempre, recordando siempre que juntos pueden enfrentar cualquier poder arbitrario y construir un mundo más justo para todos.

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