La rebelión de los niños y doña Rosa


Había una vez en la escuela "El Horizonte", una clase de tercer grado muy especial. Los chicos y chicas eran muy unidos, siempre se ayudaban entre ellos y disfrutaban aprendiendo juntos.

Pero un día llegó a la escuela un nuevo profesor, el señor Malatesta, un hombre gruñón y estricto que no soportaba ver a los niños felices. Desde el primer día, el señor Malatesta comenzó a imponer reglas absurdas y castigos severos por cualquier motivo.

Los niños estaban tristes y asustados, ya no disfrutaban ir a la escuela como antes. Un día, cansados de tanto maltrato, decidieron hacer algo al respecto.

"¡Chicos! No podemos seguir así, tenemos que hacer algo para cambiar esta situación", dijo Camila, la más valiente del grupo. "¿Pero qué podemos hacer contra el profesor Malatesta? Es tan malvado... ", preguntó Martín con temor en sus ojos.

"¡Ya lo sé! Podemos escaparnos de la escuela y buscar ayuda en otro lado", propuso Juan emocionado por la idea de aventura. Así fue como aquella tarde, cuando sonó el timbre del recreo, los niños idearon un plan para huir de la escuela.

Esperaron a que todos salieran al patio y aprovecharon ese momento para escapar por la puerta trasera sin ser vistos. Corrieron por las calles del barrio hasta llegar al parque central donde se escondieron detrás de unos arbustos para planificar su próximo paso.

"¿Y ahora qué hacemos?", preguntó Sofía mientras recuperaba el aliento. "Debemos encontrar a alguien que nos ayude a enfrentar al profesor Malatesta y protegernos", dijo Camila con determinación en su voz.

Fue entonces cuando vieron acercarse a doña Rosa, una anciana dulce que solía alimentar palomas en el parque. Los niños se acercaron tímidamente y le contaron todo lo que habían vivido en manos del malvado profesor Malatesta. Doña Rosa los escuchó atentamente conmovida por sus historias y decidió ayudarlos.

Juntos idearon un plan para enfrentar al profesor Malatesta y demostrarle que los niños merecen respeto y amor en lugar de miedo y castigo. Al día siguiente, los niños regresaron a la escuela acompañados por doña Rosa.

Cuando entraron al salón de clases, encontraron al profesor Malatesta furioso esperándolos con su mirada amenazante. "¡Así que volvieron! ¿Creen que pueden desafiarme?", gritó el profesor Malatesta con voz grave. Pero esta vez los niños no tenían miedo.

Se pararon frente al profesor unidos y firmes en su decisión de cambiar las cosas en esa escuela. "Señor Malatesta, los niños merecen respeto y cariño, no maltrato ni castigos injustos. Nosotros merecemos ser felices mientras aprendemos", dijo Camila con valentía.

El profesor Malatesta quedó sorprendido por la determinación de los niños y las palabras sabias de doña Rosa. Poco a poco su corazón se fue ablandando hasta darse cuenta del error cometido. Desde ese día todo cambió en "El Horizonte".

El profesor Malatesta aprendió a ser más amable con sus alumnos gracias al ejemplo de solidaridad y valentía demostrado por aquel grupo de chicos increíbles junto a doña Rosa.

Los niños entendieron que juntos podían lograr grandes cosas si permanecían unidos frente a las adversidades. Y así continuaron disfrutando cada día escolar como una aventura llena de aprendizaje mutuo e inolvidables momentos compartidos.

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