La reconciliación de Sol y Luna




En el reino de Moche, el rey Tua-raymi reinaba con sabiduría y amor, junto a sus dos hijas, Sol y Luna. Tua-raymi era el ser supremo que controlaba el día y la noche, garantizando así la armonía en el reino.

Un día, una peste llamada Guanta Ana azotó el reino, y a pesar de los esfuerzos del rey, terminó por enfermarlo y, lamentablemente, falleció.

La noticia no tardó en correr por todo el reino, sumiendo a sus habitantes en una profunda tristeza. La ausencia del rey Tua-raymi dejó un vacío no solo en el reino, sino también en el corazón de sus dos amadas hijas. Sol y Luna, que solían ser inseparables, se vieron envueltas en una triste disputa.

La princesa Sol, representante del día, culpaba a Luna por la muerte de su padre, ya que creía que la noche había traído consigo la peste.

Mientras tanto, la princesa Luna, representante de la noche, estaba convencida de que la luz del día era la responsable de la enfermedad. La tristeza y la ira se apoderaron de ellas, y el reino cayó en una profunda oscuridad en todos los sentidos.

Fue en ese momento donde apareció el sabio anciano del reino, quien les recordó el amor que su padre les profesaba y les enseñó la importancia de la armonía entre el día y la noche para que el reino pudiera volver a florecer.

Sol y Luna, con el corazón entristecido pero lleno de amor por su padre, se abrazaron llorando y se pidieron perdón. Juntas, empezaron a trabajar para erradicar la peste, sin culparse mutuamente, comprendiendo que solo unidas podrían lograrlo.

Día y noche, Sol y Luna trabajaron incansablemente, mostrando al reino que la cooperación y el amor son más fuertes que la tristeza y la ira. Finalmente, lograron curar la peste, devolviendo la luz y la esperanza al reino de Moche.

La unión de Sol y Luna permitió que el reino volviera a florecer, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, el amor y la cooperación pueden vencer cualquier obstáculo.

FIN.

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