La Regata de los Barquitos de Papel
En la Escuela Primaria "Los Pumitas", un día de lluvia llegó de sorpresa. El cielo se volvió gris y las gotas caían con fuerza sobre el techo de chapa del colegio.
Los niños miraban por la ventana con caras tristes, deseando poder salir al patio a jugar. La Seño Laura, una maestra joven y muy querida por todos, decidió que en lugar de entristecerse por la lluvia, podrían aprovecharla para hacer algo especial en el aula.
Les propuso a sus alumnos una actividad diferente: ¡construir barquitos de papel y hacer una regata en los pasillos! -¡Qué buena idea, Seño Laura! -exclamó Martín, emocionado. -¡Sí, vamos a tener nuestra propia regata en la escuela! -agregó Sofía con entusiasmo.
Los niños se pusieron manos a la obra. Con paciencia y dedicación, doblaron el papel siguiendo las indicaciones de la maestra.
Algunos eran expertos en hacer barcos y otros necesitaban un poco más de ayuda, pero entre todos se apoyaban y se divertían juntos. Finalmente, llegó el momento de poner a prueba los barquitos.
La Seño Laura llenó pequeñas piscinas inflables con agua en los pasillos del colegio y cada niño colocó su barco en la línea de largada. -¡Preparados, listos, ya! -gritó la maestra dando inicio a la regata improvisada. Los barquitos navegaron con mayor o menor éxito por las pistas acuáticas. Algunos se hundieron rápidamente mientras que otros avanzaban lentamente pero con constancia.
Los niños reían y alentaban a sus embarcaciones como si fueran verdaderos capitanes enfrentando una tormenta.
De repente, un giro inesperado sorprendió a todos: el barco de Tomás, un niño tímido que rara vez destacaba en clase, tomó impulso inesperadamente y comenzó a adelantarse al resto. Los demás lo miraban asombrados mientras el pequeño Tomás sonreía radiante viendo cómo su barquito lideraba la carrera. -¡Vamos Tomás! ¡Estás ganando! -gritaron sus compañeros animándolo.
Finalmente, el barco de Tomás cruzó primero la meta improvisada entre aplausos y vítores de toda la clase. El niño no podía contener su felicidad por haber logrado algo tan importante frente a todos sus amigos.
Esa tarde lluviosa quedará grabada en la memoria de los niños como una jornada especial llena de diversión e inspiración.
Aprendieron que incluso en los días grises siempre hay espacio para la creatividad, el trabajo en equipo y las sorpresas inesperadas que nos hacen brillar como auténticos protagonistas de nuestras propias historias. Y así fue como "Los Pumitas" convirtieron un día lluvioso en uno lleno de color y alegría gracias al ingenio y espíritu colaborativo que los caracterizaba como verdadera comunidad escolar.
FIN.