La Reina de las Letras
Era un hermoso día soleado en el barrio de La Esperanza, donde vivía Rosa, una mujer afro de belleza radiante. Hoy era un día muy especial, ya que cumplía 33 años. Rosa era conocida como la Reina de las Letras, porque su talento para escribir poesía brillaba en cada rincón de su vida.
Los vecinos estaban emocionados, y todos decidieron organizar una gran fiesta sorpresa para celebrar su cumpleaños. Los niños del barrio corrían de un lado a otro, ayudando a preparar globos, pancartas y deliciosos dulces. Rosa, sin saber nada, paseaba por el parque, llenando su cuaderno de versos:
"La risa de los niños suena como melodía,
los pájaros cantan al nuevo día.
Cada hoja en el viento, un cuento que contar,
en mi corazón, la alegría a brotar."
Mientras tanto, en la plaza central, los preparativos estaban en pleno apogeo. La pequeña Sofía, muy emocionada, comentó:
"¿Creen que a Rosa le va a gustar la fiesta?"
- “¡Claro que sí! Ella ama la poesía y la amistad”, respondió Lucas, su amigo.
- “Vamos a sorprenderla”, añadió Tomás, llevando un gran pastel decorado con letras brillantes.
Cuando Rosa regresó a su casa, se dio cuenta de que el lugar estaba decorado con prachtig... ¡Perdón, ¡hermosos globos de colores! Y al abrir la puerta, todos gritaron al unísono:
"¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños, Rosa!"
Los ojos de Rosa se iluminaron al ver a todos sus amigos y vecinos.
"¡Gracias, gracias! No puedo creerlo. ¡Este es el mejor regalo!"
Rosa, emocionada, se unió a los festejos. Una de las sorpresas más grandes fue que habían preparado un recital de poesía en su honor. Todos querían leer poemas que habían escrito inspirados en ella. Pero cuando llegó el turno de Lucas, se sintió muy nervioso:
"No sé si puedo hacerlo, Rosa. Mi poema es muy simple."
"¡No te preocupes, Lucas! La belleza de la poesía está en el corazón de quien la escribe", le animó Rosa.
Lucas tomó aire y comenzó a leer:
"En el cielo azul, las estrellas brillan,
esa misma luz, en Rosa se anida."
El público aplaudió con entusiasmo, y Lucas se sintió seguro y feliz. Esa noche, entre risas y versos, los amigos compartieron historias y aventuras, creando un verdadero lazo de amistad.
Sin embargo, al finalizar la fiesta, un viento fuerte sopló y una lluvia de papeles voló en el aire. Rosa, alarmada, vio que algunas hojas de su poema más importante se habían perdido.
"¡Ay no! Mis palabras volaron lejos... No puedo dejar que se pierdan."
"¡Vamos, juntos las buscamos!" exclamó Sofía.
Todos los niños y adultos se unieron a la búsqueda. Recorrieron el barrio, revisaron debajo de los bancos del parque y preguntaron a los vecinos si habían visto alguna hoja.
- “Las palabras son como el viento, Rosa. A veces se escapan, pero podemos atraparlas una vez más”, dijo Tomás, sabiendo que la búsqueda podría ayudar a Rosa a recordar lo que había escrito.
Después de un largo rato, encontraron algunas hojas en un jardín cercano, donde un gato curioso había decidido jugar con ellas. Rosa se sintió aliviada y agradecida por la ayuda de todos:
"Gracias, amigos. Juntos logramos lo que parecía difícil."
Y así, con las hojas en mano y el apoyo de su comunidad, Rosa se dio cuenta de que lo verdaderamente importante no era solo escribir poesía, sino compartirla y vivirla junto a aquellos que amaba. En medio de risas y abrazos, prometió escribir un poema especial que capturara ese maravilloso día:
"En cada hoja que vuela, una historia se teje,
con risas y abrazos, el amor se protege."
Esa noche, Rosa no solo cumplió 33 años, sino que también reafirmó su título de Reina de las Letras, no solo por su poesía, sino por tener un corazón tan grande como sus versos. A partir de entonces, todos los años, el barrio celebró su cumpleaños con una fiesta y un recital, demostrando que la verdadera riqueza de la vida se encuentra en la amistad compartida y en el poder de las palabras.
Y así, la historia de Rosa, la Reina de las Letras, se convirtió en una luz inspiradora para todos los que la conocieron.
FIN.