La Reina de las Nubes y el Arcoíris Perdido
Había una vez, en un bello reino flotante en el cielo llamado Nimbus, una reina muy especial, la Reina Celestina. Ella era conocida como la Reina de las Nubes, y su mágico cetro controlaba las lluvias y las tormentas. La gente de Nimbus la amaba, pues siempre se aseguraba de que las flores florecieran y los ríos fluyeran. Pero había un misterio que la preocupaba: el Arcoíris Perdido.
Un día, mientras la Reina observaba su reino desde su palacio de nubes, notó que algo faltaba en el horizonte. Sin el arcoíris, los colores del reino se desvanecían y la alegría del pueblo también.
"¿Qué haremos sin el arcoíris?" - le dijo su amigo el dragón Floro, quien tenía escamas de un brillante azul celeste.
"Debo encontrarlo", - respondió la Reina Celestina con determinación "No podemos dejar que Nimbus pierda su magia".
Así comenzó la aventura de la Reina y Floro. Viajaron entre nubes de algodón y esquivaron tormentas eléctricas, mientras hablaban con las criaturas del cielo. Se encontraron con Pipo, el duende del viento.
"¡Hola, Reina Celestina!" - exclamó Pipo. "¿En qué puedo ayudar?"
"Estamos buscando el Arcoíris Perdido. ¿Sabes dónde podría estar?" - preguntó la reina.
"He oído rumores de que se ha escondido detrás de la Montaña Pétrea, custodiado por el Dragón de los Niebla" - respondió Pipo.
La Reina y Floro, entusiasmados por la pista, volaron hacia la Montaña Pétrea. A medida que se acercaban, comenzaron a sentir una nube de tristeza.
"¿Por qué estará tan triste este lugar?" - se preguntó Floro.
Al llegar a la cima, encontraron a un dragón enorme y melancólico. Su piel era gris y sus ojos brillaban con lágrimas.
"¿Por qué lloras, amigo dragón?" - preguntó la Reina.
"Me llamo Nebulón. Soy el guardián del Arcoíris. Pero lo perdí; está atrapado en mis nubes oscuras. No puedo dejarlo ir, porque cada vez que intento liberarlo, me siento más triste" - confesó Nebulón.
La Reina, sintiendo la tristeza del dragón, se acercó.
"Nebulón, ¿qué te haría feliz?" - preguntó con bondad.
"Siempre quise tener amigos. Pero como nadie quiere estar cerca de mí, creo que el arcoíris no volverá mientras yo esté solo" - dijo Nebulón.
"¡No estás solo! Podemos ser tus amigos!" - exclamó Floro, revoloteando emocionado.
"¡Sí!" - afirmó la Reina. "Juntos podemos encontrar el arcoíris y hacer de Nimbus un lugar vibrante de nuevo."
Nebulón sonrió, pero aún tenía miedo de mostrarse. La Reina le recordó que eran amigos y que juntos podían superar cualquier obstáculo.
"Haremos una fiesta para que todos en Nimbus vengan a conocerte. Serás el dragón más querido de todos" - sugirió Celestina.
Luego, con un esfuerzo conjunto, la Reina, Floro y Nebulón trabajaron para atraer a las nubes brillantes y todas las criaturas del reino.
Cuando la gran fiesta llegó, todos estaban disfrutando. Floro volaba a través de las nubes mostrando trucos y la Reina encantaba a todos con sus historias.
"¿Quién quiere conocer al dragón Nebulón?" - gritó la Reina, y toda la multitud se giró, ansiosa.
"¡Vamos, Nebulón!" - le alentó Floro.
Finalmente, Nebulón salió tímidamente de su nube. Para su sorpresa, lo recibieron con the brazos abiertos y sonrisas.
"¡Bienvenido, Nebulón!" - gritaron.
Al verse rodeado de alegría y amistad, Nebulón sintió que su tristeza se desvanecía. Las nubes oscuras empezaron a disiparse, y al ser liberado, el arcoíris regresó a Nimbus, proyectando colores brillantes por todo el cielo.
"Lo hemos logrado, Nebulón!" - gritó la Reina.
"Gracias, Reina Celestina. Nunca imaginé que podría tener amigos" - dijo, emocionado.
"¡Ahora puedes volar libre entre las nubes con nosotros!" - respondió Floro.
"Sí, y juntos haremos de Nimbus un lugar feliz" - concluyó la Reina con una sonrisa.
Desde ese día, Nebulón se convirtió en parte de la comunidad, y cada vez que veían un arcoíris, recordaban la importancia de la amistad y la alegría en sus vidas. Así, en el reino de Nimbus, las risas y los colores nunca desaparecieron nuevamente.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.