La Reina y las Tres Gotas de Sangre



Era un frío día de invierno en el castillo de la Reina Valeria. La nieve caía suavemente del cielo y cubría la tierra con una delicada capa blanca. La Reina, sentada junto a la ventana, disfrutaba del paisaje mientras cosía un bonito vestido para su querida hija, la Princesa Lucía.

"¡Qué espectáculo tan hermoso!", exclamó Valeria mientras observaba los copos de nieve danzar en el aire.

De repente, perdió la concentración y, al intentar recoger una tela que había caído al suelo, se pinchó accidentalmente el dedo con la aguja.

"¡Ay!" - gritó la Reina, mientras tres gotas de su sangre caían y se deslizaban lentamente sobre la nieve.

En ese instante, algo mágico ocurrió. Las gotas rojas fueron absorvidas por la nieve, y un suave resplandor comenzó a emanar del lugar donde habían caído. Al momento, un hermoso copo de nieve empezó a cobrar vida, y fue transformándose en una diminuta hada.

"Hola, Reina Valeria" - dijo el hada con una voz melodiosa. "Soy Nieve, el Hada de la Inocencia. Mística es la conexión de la sangre con la pureza de la nieve. Te agradezco por tu cuidado al coser. ¿Cómo puedo ayudarte hoy?"

Valeria, asombrada y encantada, le respondió: "No sabía que mi pinchazo provocaría algo tan mágico. Quizás puedas ayudarme a terminar el vestido para mi hija. "

"Claro, pero tengo una propuesta: puedo ayudarte, pero a cambio, debes aprender sobre la amistad y la bondad, y compartirlas con quien se te presente" - sugirió Nieve.

La Reina aceptó, llena de ganas de conocer más sobre este nuevo mundo que se había abierto ante ella.

Juntas, empezaron a trabajar en el vestido, pero no era un vestido común; cada puntada que daban era acompañada de historias sobre la amistad y actos de bondad.

"Es importante compartir tus cosas, como tus risas y tus juguetes" - decía el hada mientras bordaba estrellas en la tela. "La gente se siente más unida cuando se apoya y se cuida entre sí".

Entonces Nieve propuso una actividad: salir al jardín y hacer muñecos de nieve. La Reina estuvo de acuerdo y al salir, conoció a un grupo de niños del pueblo que jugaban en la nieve.

"¿Podemos jugar con ustedes?" - preguntó Valeria emocionada.

Los niños, sorprendidos de ver a la Reina, respondieron: "¡Sí! ¡Será muy divertido!".

Juntos comenzaron a construir un gran muñeco de nieve, compartiendo risas y anécdotas. En un momento, un niño tropezó y cayó.

"¡Ay!" - gritó, un poco avergonzado.

La Reina se acercó rápidamente y dijo: "No te preocupes, todos nos caemos de vez en cuando. ¡Sonrisas en vez de lágrimas!". Ayudó al niño a levantarse y le dio un poco de su bufanda para abrigarlo.

"Gracias, Reina Valeria. ¡Eres muy amable!" - respondió el niño, feliz de haber recibido su apoyo.

Esa tarde, lo que parecía un simple juego se transformó en una oportunidad para aprender sobre la generosidad y la amistad. Cada niño se despidió con una sonrisa, y Valeria sintió en su corazón la calidez de un día bien vivido.

Cuando llegaron al castillo, el vestido ya estaba casi listo.

"Gracias por tus enseñanzas, Nieve. He aprendido que las amistades y la bondad son tesoros que siempre debemos compartir" - dijo la Reina.

Nieve sonrió satisfecha. "Tu corazón está lleno de luz, Reina Valeria. Siempre que compartas amor y amistad, tendrás magia a tu alrededor, así como hoy."

Y así, con el vestido terminado y la promesa de seguir compartiendo esos valores, la Reina Valeria se despidió del hada, quien se desvaneció entre copos de nieve brillantes, dejando un mensaje en el aire: "¡La amistad es el abrigo más cálido en un día de invierno!"

Desde entonces, la Reina Valeria se dedicó a organizar fiestas con todos los niños del reino, creando un espacio donde cada pequeño pudiera brillar y aprender a ser compañer@ de los demás, llevando consigo el mensaje de Nieve y la pureza que su propia sangre había entregado a la nieve.

Y así, el reino se transformó en un lugar donde la bondad y la alegría se esparcieron como copos de nieve en el viento.

FIN.

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