La remera violeta perdida



Había una vez un niño llamado Tomás, al que le encantaba jugar y correr por la playa. Un día soleado, mientras jugaba en la orilla del mar, un tiburón lo atrapó y desapareció en las profundidades del océano. Su madre, Clara, al presenciar el horrible suceso, no dudó en lanzarse al agua para rescatar a su hijo. Pero el tiburón también se la llevó.

En el fondo del mar, una sirena llamada Marina observaba con tristeza cómo el tiburón se llevaba a Tomás y a su madre. Ella había visto todo desde lejos y decidió ayudar. Nadó velozmente hasta alcanzar al tiburón y lo convenció de que no debía hacerles daño. El tiburón, sorprendido por la valentía de Marina, le preguntó por qué le importaba tanto esa remera violeta que llevaba Tomás puesta.

Marina, con su dulce voz, explicó la historia detrás de esa remera: era un regalo especial de cumpleaños que Tomás había recibido de su madre, y ambos amaban ese color porque les recordaba la belleza de las flores. Conmovido, el tiburón comprendió que no necesitaba hacerles daño para obtener lo que buscaba, así que liberó a Tomás y a Clara.

Una vez a salvo en la playa, Tomás y Clara se abrazaron con alivio. Marina emergió del agua para contarles lo sucedido y les devolvió la remera violeta que el tiburón había dejado caer. Tomás, con una gran sonrisa, se la puso y agradeció a Marina por su valentía y bondad. Clara, con lágrimas de felicidad, abrazó a su hijo y agradeció a la sirena por salvar sus vidas. Desde ese día, Tomás y Clara aprendieron a valorar la importancia de la amistad, la valentía y la solidaridad, y nunca más volvieron a perder de vista la remera violeta, el símbolo de su amor y unión familiar.

FIN.

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