La Renovación del Jardín
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Verde, un niño llamado Mateo que vivía con sus abuelos en una hermosa casa con un jardín lleno de flores de colores vibrantes.
Mateo era un niño alegre y curioso, le encantaba jugar en el jardín todos los días después de la escuela. Un día, mientras jugaba entre las rosas y los girasoles, Mateo encontró algo inesperado escondido detrás de unos arbustos.
Era una pequeña mascota azul brillante que parecía estar perdida. El niño la miró sorprendido y emocionado al mismo tiempo. - ¡Abuelita, abuelita! ¡Mira lo que encontré en el jardín! -exclamó Mateo corriendo hacia la casa.
La abuela salió al jardín y se quedó asombrada al ver a la pequeña mascota azul. Parecía ser una criatura mágica con ojos brillantes y una cola larga y esponjosa. - ¡Qué maravilla! ¿De dónde habrá salido esta linda criaturita? -dijo la abuela sonriendo.
Mateo decidió llamar a su nueva amiga —"Azul" por el color tan especial que tenía. Desde ese día, Azul se convirtió en la compañera inseparable de Mateo.
Juntos exploraban el jardín, jugaban a las escondidas detrás de los árboles frutales y descubrían nuevos rincones llenos de magia. Pero un día, una fuerte tormenta azotó Villa Verde y el jardín de Mateo sufrió grandes daños.
Los árboles se doblaron bajo el viento furioso, las flores quedaron aplastadas por la lluvia y todo lucía desolador. - ¡Ay Azul, nuestro hermoso jardín está destrozado! - lamentaba Mateo mientras observaba los estragos causados por la tormenta. Azul miraba fijamente a Mateo con sus brillantes ojos azules como si quisiera transmitirle un mensaje de esperanza.
De repente, comenzó a moverse inquieta hasta llegar a un rincón del jardín donde había un montón de semillas olvidadas. - ¿Qué haces Azul? -preguntó curioso Mateo.
Azul comenzó a excavar frenéticamente con sus patitas hasta sacar las semillas enterradas bajo tierra. Luego, mirando a Mateo con complicidad, señaló las semillas como si tuvieran algún propósito especial.
- Crees que si plantamos estas semillas podremos hacer crecer nuevamente nuestro bello jardín? -preguntó Mateo emocionado ante la idea de recuperar lo perdido. Sin dudarlo, ambos se pusieron manos a la obra. Cavaron agujeros en la tierra húmeda e insertaron cuidadosamente cada semilla en su lugar correspondiente.
Luego regaron con cariño cada uno de los agujeros esperando que algo mágico ocurriera. Días pasaron y poco a poco las semillas empezaron a brotar dando vida nuevamente al jardín de Villa Verde.
Flores multicolores se alzaban hacia el sol radiante mientras los árboles recuperaban su verdor característico gracias al amoroso cuidado de Mateo y Azul. El pueblo entero quedó maravillado al ver cómo aquel pequeño rincón verde renacía más hermoso que nunca gracias al trabajo en equipo entre un niño valiente y su fiel amiga azul.
Desde entonces, todos aprendieron que incluso después de las peores tormentas siempre hay espacio para nuevas oportunidades y para hacer florecer aquello que parecía perdido.
FIN.