La Rescatista de Chispitas



En una ciudad llena de rascacielos, había una valiente bombera robotita llamada Chispitas. Tenía un brillante color rojo y luces intermitentes que parpadeaban cuando estaba lista para la acción. Un día, mientras patrullaba por el barrio, recibió un llamado de emergencia.

"¡Chispitas, Chispitas! ¡Necesitamos tu ayuda!" - dijo la voz nerviosa de Pedro, el conserje del edificio de departamentos.

"¡Voy enseguida!" - respondió Chispitas, acelerando hacia el lugar.

Al llegar, Pedro le explicó la situación:

"Hay un gatito atigrado atrapado en el piso 10. No puede bajar y está maullando con miedo. ¡Debemos ayudarlo!"

Chispitas sintió un escalofrío de determinación. Sin dudarlo, empezó a escanear el edificio para encontrar el camino más rápido hasta el piso 10.

El primer obstáculo apareció cuando llegó al ascensor. El elevador estaba descompuesto y no podía llevarla al décimo piso.

"Oh no, el ascensor no funciona. Tendré que usar las escaleras" - se dijo Chispitas. Con su motor a plena potencia, comenzó a subir los escalones.

Subió rápidamente, pero al llegar al cuarto piso, encontró que una puerta estaba atrapada entre los escombros de una pequeña obra en construcción.

"¡Oh, no!" - exclamó, frustrada. "No puedo seguir así, ¡el gatito necesita ayuda!"

Pero en lugar de rendirse, Chispitas recordó que tenía herramientas en su mochila. Sacó un destornillador y con mucho cuidado, empezó a mover las piedras para despejar el acceso a la puerta.

"Esto demorará un poco, pero no puedo dejar que el gatito pase miedo" - se dijo a sí misma. Con esfuerzo, logró abrir la puerta y siguió su camino hacia las escaleras.

Al continuar subiendo, llegó a la planta del séptimo piso y se encontró con otro problema: un grupo de niños estaba jugando y habían dejado una pelota en la escalera.

"¡Ey, chicos!" - llamó Chispitas "¿Podrían mover la pelota, por favor? Tengo que salvar a un gatito en el piso 10."

Los niños, asombrados al ver a la bombera robotita, miraron la pelota y luego a Chispitas.

"¡Nosotros ayudamos!" - dijeron al unísono.

Juntos, empujaron la pelota hacia un lado, dejando el camino libre para que Chispitas pudiera proseguir. Agradecida, la bombera les dijo:

"¡Gracias, pequeños héroes!"

Finalmente, tras superar todos los obstáculos, alcanzó el noveno piso. Pero cuando se acercó a la puerta del décimo, escuchó un suave maullido lleno de miedo.

"¡Gatito, ya casi llego!" - aseguró Chispitas. Pero la puerta estaba cerrada. No había manera de abrirla.

"No te preocupes, pequeño! Encontraré una forma" - dijo animada y empezó a buscar en su base de datos varias técnicas.

Recordó un truco que había aprendido: cuando hay una puerta cerrada, siempre hay una ventana. Se apresuró hacia la ventana del pasillo.

"¡No me falles!" - se dijo mientras iba hacia la ventana y la abrió. Así se asomó hacia el exterior.

Con mucho cuidado, se impulsó y usó su extensión de brazos extendibles para llegar hasta el balcón del piso diez. Y ahí estaba, un pequeño gatito atigrado como lo había descrito Pedro, maullando con desamparo.

"¡Aquí estoy! No te preocupes, estoy aquí para rescatarte" - le dijo con dulzura Chispitas.

El gatito, al escuchar su voz, dejó de maullar y se acercó lentamente.

"¿Y tú quién sos?" - preguntó elgatito, asustado pero intrigado.

"Soy Chispitas, una bombera robotita. Estoy aquí para llevarte a un lugar seguro" - respondió, sonriendo.

Con delicadeza, Chispitas tomó al gatito con sus brazos mecánicos y se descolgó desde el balcón. Impresionado, el gatito no podía creer su suerte:

"¡Eres increíble!" - dijo el gatito.

Ya en el piso 10, Chispitas se encontraba feliz y aliviada. Pedro la esperaba con una gran sonrisa.

"¡Chispitas, lo lograste! Eres la mejor!" - exclamó Pedro mientras acariciaba al pequeño gatito.

"¡Gracias, team!"- respondía Chispitas mientras sus luces parpadeaban con alegría. "Siempre que hay un reto, no debemos rendirnos. ¡Juntos somos más fuertes!"

Y así, gracias a su valentía y trabajo en equipo, Chispitas se convirtió en la heroína del barrio, recordando a todos que, aunque encontráramos dificultades, siempre hay un camino para ayudar a quienes lo necesitan.

FIN.

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