La revuelta de los animales en el porfiriato
En un pequeño pueblo del porfiriato, los animales vivían oprimidos y tristes. El malvado don Porfirio tenía un gran imperio agrícola y usaba a los animales como esclavos para trabajar en sus campos. Todos los días, los pobres animales realizaban jornadas extenuantes sin recibir nada a cambio.
Un día, el conejo Manuel decidió que era suficiente. Se reunió en secreto con los demás animales y les propuso la idea de rebelarse contra don Porfirio. Al principio, los demás animales dudaron, pero pronto se dieron cuenta de que merecían una vida mejor.
Los animales se organizaron y planearon su rebelión. Convencieron a los caballos de negarse a arar los campos, a los cerdos de no recolectar la cosecha y a las gallinas de dejar de poner huevos. Pronto, la finca de don Porfirio se sumió en el caos.
Don Porfirio, furioso al ver la rebelión de sus animales, intentó aplastar la revuelta con castigos y amenazas. Pero los animales, unidos y valientes, no cedieron. Decidieron marchar juntos hacia el centro del pueblo para exigir sus derechos.
La gente del pueblo, al ver la valentía de los animales, decidió unirse a su causa. Organizaron manifestaciones y protestas pacíficas en apoyo a los animales. La presión popular fue tanta que don Porfirio finalmente cedió y les otorgó a los animales libertad y derechos justos.
Desde ese día, los animales del pueblo vivieron libres y felices, sin ser esclavizados por don Porfirio ni por nadie más. Aprendieron que, unidos y valientes, podían lograr grandes cambios para mejorar su vida y la de todos. Y así, el porfiriato en decadencia marcó el inicio de un nuevo tiempo de libertad y justicia para todos.
FIN.