La revuelta de los murmullos
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Silenciolandia, donde habitaban unas criaturas muy especiales conocidas como los Shhhhhitos.
Estos seres diminutos eran de colores brillantes y ojos chispeantes, pero lo más curioso de ellos era que les encantaba el silencio por sobre todas las cosas. En Silenciolandia existía una escuela muy particular, la Escuela del Silencio, donde los Shhhhhitos asistían para aprender y crecer en un ambiente tranquilo y apacible.
El aula estaba decorada con tonos suaves y estanterías repletas de frascos mágicos que guardaban secretos silenciosos. Un día, llegó un nuevo profesor a la Escuela del Silencio.
Se trataba del Profesor Murmullo, un anciano sabio que había dedicado su vida al estudio de la paz interior. Los Shhhhhitos estaban emocionados por tenerlo como maestro y prometieron comportarse ejemplarmente durante sus clases.
"¡Buenos días, queridos alumnos! Soy el Profesor Murmullo y estoy aquí para enseñarles el arte del silencio", anunció el profesor con voz suave pero firme. Los días pasaron y los Shhhhhitos aprendieron a meditar en silencio, a comunicarse a través de gestos delicados y a apreciar la tranquilidad que reinaba en su escuela.
Sin embargo, un grupo travieso liderado por Ruidoso, un Shhhhito inquieto de color rojo brillante, comenzó a desafiar las reglas del silencio. "¡Vamos chicos! ¡Hagamos ruido para divertirnos!", exclamaba Ruidoso mientras saltaba de un lado a otro agitando sus brazos.
Los demás Shhhhhitos se contagiaban de la energía frenética de Ruidoso y pronto el aula se convirtió en un caos lleno de risas estridentes y juegos bulliciosos. El Profesor Murmullo observaba con tristeza cómo sus alumnos perdían el rumbo del silencio que tanto habían aprendido a valorar.
"¡Deténganse! El silencio es nuestro tesoro más preciado", clamaba el Profesor Murmullo intentando restaurar la calma en el salón. Pero los consejos del maestro parecían caer en oídos sordos ante la algarabía descontrolada de los Shhhhhitos rebeldes.
De repente, un estruendo resonó en toda la escuela haciendo temblar las paredes y estremeciendo hasta el último frasco mágico guardado en las estanterías.
El Profesor Murmullo miró fijamente a Ruidoso y al grupo revoltoso con una mezcla de determinación y comprensión en sus ojos. Luego pronunció unas palabras misteriosas que hicieron eco en todo Silenciolandia: "Quien no respeta al silencio volverá al frasco sin retorno".
En ese instante, una fuerza invisible envolvió a Ruidoso y sus compañeros rebeldes transformándolos en destellos luminosos que fueron absorbidos por los frascos mágicos uno tras otro hasta quedar sellados herméticamente. La paz volvió finalmente al salón mientras todos los demás Shhhhhitos contemplaban asombrados lo ocurrido.
El Profesor Murmullo se acercó lentamente hacia los frascos brillantes donde ahora reposaban Ruidoso y sus amigos convertidos en luz pura. Con voz serena dijo: "El respeto al silencio es fundamental para nuestra armonía interior. Que este acontecimiento nos recuerde siempre el valor del sosiego".
Desde aquel día, los Shhhhito aprendieron que aunque amaran jugar y divertirse juntos, debían hacerlo respetando siempre la paz que reinaba dentro y fuera de ellos mismos.
Y así continuaron su camino en busca del equilibrio entre la alegría compartida y la serenidad interior que tanto anhelaban conservar.
FIN.