La Risa de Caperucita y el Cazador



Había una vez en un bosque encantado, una niña llamada Caperucita Roja que tenía unos ojos grandes como dos grandes faros que iluminaban su rostro. Un día, decidió visitar a su querida abuela, quien vivía solita en una casita al otro lado del bosque. Pero esa mañana, algo diferente estaba a punto de suceder.

Al caminar por el sendero, Caperucita se encontró con un cazador que estaba buscando su perro perdido. Era un cazador simpático, muy querido en el pueblo.

"¡Hola, Caperucita! ¿Qué hacés tan solita por el bosque?", le preguntó el cazador, con una gran sonrisa.

"Voy a visitar a mi abuela, que vive al otro lado. ¿Te gustaría venir conmigo?", respondió Caperucita, con sus ojos brillando.

El cazador aceptó encantado y continuaron juntos el camino. Hablaban y reían mientras recorrián el sendero, pero el cazador seguía pensando en su perro.

"¿No has visto a mi perro? Se me perdió mientras estaba buscando flores. Es un perrito muy juguetón".

"No, pero podemos preguntarle a mi abuela si lo ha visto. Si no, la abuelita seguro sabe cómo encontrarlo", respondió Caperucita, llena de entusiasmo.

Al llegar a la casa de la abuela, Caperucita tocó la puerta.

"¡Abuelita! ¡Soy yo, Caperucita! ¡Y he traído a un amigo!"

La abuela abrió la puerta y era toda sonrisa. A pesar de que estaba llorando, no era de tristeza, sino de risa, porque había estado contando chistes a su planta de interior.

"¡Caperucita! ¡Qué alegría! Estaba con mi planta, contándole los chistes que me hiciste recordar el otro día. Vení, vení, tengo unos nuevos que son buenísimos".

Caperucita y el cazador se miraron y se pusieron a reír.

"Estoy segura de que esas no son solo risas de abuela, ¡son risas de alegría!", dijo Caperucita, mientras entraban rápidamente a la casa.

Mientras pasaban, el cazador se rascaba la cabeza y dijo:

"¿Sabés abuela? ¡Estoy buscando a mi perro! ¿Lo has visto?"

"No, querido, pero una buena risa puede atraer a los animales. Contemos una historia divertida juntos y quizás él venga".

"¡Eso es una gran idea! ¡Las risas atraen todo!", exclamó Caperucita.

Y así, decidieron contar historias y hacer reír a todos en la casa. La abuela contó sobre sus jóvenes días de aventuras, mientras el cazador se unió a la historia con anécdotas divertidas de sus días en el bosque.

En ese momento, un pequeño ladrido se escuchó en la puerta. ¡Era el perro del cazador! Estaba intrigado por todo el alboroto y la risa que salía de la casa.

"¡Mirá, ahí está mi perro! ¡Lo encontré!", gritó el cazador saliendo disparado hacia la puerta.

Fue un momento de pura alegría. Se pusieron a saltar, aplaudir y a reír todos juntos. La abuela, Caperucita y el cazador decidieron entonces salir al jardín para celebrar con una lluvia de risas.

- “¡Vamos a ayudar a que todos se rían! ”, dijo Caperucita, que había ideado una gran idea.

Así, se pusieron a contar chistes, historias, incluso bailaron para animar a todos los vecinos del bosque que se acercaban atraídos por la alegría.

Desde ese día, se convirtió en una tradición: cada semana, Caperucita, el cazador y la abuela se reunían para contar historias, reír y recordarles a todos que la risa es el mejor remedio.

Y así, en el bosque encantado, siempre había un motivo para reír y ser feliz. Y todos aprendieron que todos, incluso los animales, podían sentirse mejor con una buena carcajada.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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