La risa de Jesús
Había una vez un niño llamado Jesús, quien era conocido por ser el más divertido de su barrio. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y contaba los chistes más graciosos.
Aunque era pequeño, todos decían que tenía un gran sentido del humor. Un día, Jesús se encontró con sus amigos en el parque y decidieron jugar al fútbol. Todos estaban emocionados, pero había un problema: no tenían una pelota de fútbol.
"¡No hay problema!", exclamó Jesús con una gran sonrisa-. "Siempre tengo soluciones divertidas".
Jesús corrió a casa y regresó con algo inesperado: ¡una sandía! Sus amigos lo miraron confundidos, pero él les dijo que esa sería la pelota de fútbol más divertida que habían jugado jamás. Con mucho entusiasmo, comenzaron a jugar. La sandía rebotaba por todos lados y cada vez que alguien la tocaba, explotaba en pedazos jugosos. Los niños reían sin parar mientras corrían detrás de la sandía rodante.
"¡Esto es genial!", gritaba uno de los amigos entre risas-. "¡Nunca me había divertido tanto jugando al fútbol!"Después de un rato, se dieron cuenta de que habían perdido la cuenta de cuántas veces habían reventado las sandías.
Pero eso no importaba porque se estaban divirtiendo demasiado como para preocuparse por eso. De repente, vieron a unos adultos mayores sentados en un banco cerca del campo.
Parecían tristes y aburridos mientras observaban cómo los niños se divertían. Jesús se acercó a ellos y les preguntó si querían unirse al juego. Los adultos mayores dudaron al principio, pero después de ver lo divertido que era, decidieron unirse.
Jesús les dio una sandía cada uno y comenzaron a jugar todos juntos. Fue un espectáculo increíble ver cómo los abuelos rebotaban la sandía con habilidad y risas contagiosas. Los niños estaban asombrados de lo bien que jugaban y todos se divirtieron aún más.
"¡Nunca pensé que jugar con una sandía sería tan divertido!", exclamó uno de los abuelos mientras se secaba las lágrimas de risa-. "Gracias por alegrar nuestro día". Después de ese día, Jesús se convirtió en el héroe del barrio.
Todos le pedían que organizara juegos divertidos y él siempre tenía ideas creativas para hacerlos reír. A medida que crecía, Jesús nunca perdió su espíritu divertido.
Se convirtió en un comediante famoso y llevaba risas a personas de todas las edades en todo el mundo. La moraleja de esta historia es que no importa qué edad tengas o cuánto tiempo haya pasado, siempre puedes encontrar formas creativas y divertidas de disfrutar la vida.
El humor puede unir a las personas y hacerlas felices, así que recuerda sonreír ¡y nunca pierdas tu sentido del humor!
FIN.