La risa mágica de Jes



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Risueña, un niño llamado Jes que siempre estaba buscando la forma de hacer reír a todos.

Desde que era muy chiquito, le encantaba contar chistes y hacer payasadas para alegrar el día de quienes lo rodeaban. Un día, Jes se enteró de que en Villa Risueña se celebraría un concurso de comedia y decidió inscribirse.

Estaba emocionado por la oportunidad de mostrar su talento y hacer reír a toda la gente del pueblo. El concurso se llevó a cabo en el teatro del pueblo, y Jes estaba nervioso pero ansioso por subir al escenario.

Cuando llegó su turno, caminó hacia el centro del escenario y miró a la audiencia con una gran sonrisa. - ¡Hola a todos! ¿Cómo están? -saludó Jes, recibiendo risas y aplausos del público. Comenzó contando uno de sus chistes favoritos sobre una gallina cruzando la calle, y pronto todos estallaron en carcajadas.

Siguió con imitaciones graciosas de animales y algunos trucos divertidos que había practicado durante semanas. La audiencia no paraba de reír y aplaudir, mientras Jes demostraba todo su talento como comediante.

Finalmente, llegó el momento de conocer al ganador del concurso. El presentador anunció:- ¡Y el ganador es... Jes! El pequeño comediante no podía creerlo. Había logrado conquistar los corazones de todos con su humor y ocurrencias.

Recibió un trofeo dorado y fue felicitado por los jueces y el público. Desde ese día, Jes se convirtió en el cómico más querido de Villa Risueña. Siempre estaba dispuesto a sacar una sonrisa o una carcajada a quien lo necesitara.

Aprendió que la risa es un regalo poderoso que puede alegrar incluso los días más grises. Y así, entre risas y diversión, Jes enseñó a todos en Villa Risueña que nunca hay que subestimar el poder de una buena broma o un chiste bien contado.

Porque, al final del día, lo más importante es compartir momentos felices juntos y disfrutar cada instante como si fuera único.

FIN.

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