La Risa mágica de Lila
En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, donde siempre se escuchaban risas y melodías alegres, vivía una nena llamada Lila. Ella era conocida por tener una risa contagiosa que iluminaba los días más nublados. Sin embargo, había un pequeño secreto: a Lila le costaba encontrar motivos para reír, porque en su corazón había una nube gris que la seguía a todos lados.
Un día lluvioso, mientras Lila se refugiaba en su casa, encontró un viejo libro en el ático. Estaba cubierto de polvo y tenía escrito en grandes letras doradas: "Cuentos de risa". Intrigada, decidió leerlo.
El primer cuento hablaba de un dragón llamado Risotón, que era el rey de la risa.
"¿Te imaginas un dragón que solo hace reír?" - pensó Lila, sintiendo una chispa de curiosidad.
Al final de la historia, Risotón tenía una misión: hacer reír al pueblo de Risalandia, que estaba sumido en un profundo sueño de tristeza. Sin querer, Lila sintió que las palabras estaban hablando directamente a ella.
Inspirada, Lila decidió que debía compartir este cuento con sus amigos. Se vistió, tomó el libro e invitó a todos los chicos de su barrio.
"¡Chicos! ¡Vengan a escuchar un cuento que encontré!" - gritó Lila con entusiasmo.
Cuando sus amigos llegaron, empezó a contar la historia del dragón Risotón. Todos se reían tanto que, de repente, se dieron cuenta de que también Lila estaba riendo. Era la primera vez en mucho tiempo que su risa sonaba tan alegre.
Sin embargo, ese no sería el final. Al día siguiente, unos rumores comenzaron a circular en el pueblo.
"Dicen que Risotón ha perdido su risa" - comentó uno de sus amigos.
"¿Cómo puede ser eso?" - respondió Lila, preocupada.
Y así, decidieron hacer una búsqueda para encontrar al dragón Risotón y devolverle su risa. Se organizaron en equipos, cada uno con una misión. Lila fue seleccionada para liderar uno de los grupos.
"¡Vamos a buscar en el bosque!", dijo Lila con determinación.
Mientras avanzaban, cada vez que encontraban algo divertido, empezaban a reír, pero Lila seguía sintiendo que aún no estaba completa. Tras recorrer varios caminos, encontraron un grupo de animales que también habían perdido su alegría.
"¿Y nosotros? ¿Cómo podemos encontrar nuestra risa?" - preguntó un pequeño conejo.
"Tal vez si hacemos algo juntos, podamos recuperarla" - sugirió Lila.
Así, Lila y sus amigos organizaron un gran picnic en el bosque, donde compartían comidas, jugaban y contaban chistes. Y así, como si de un hechizo se tratara, las risas comenzaron a fluir nuevamente. Lila se dio cuenta de que la risa no solo provenía de situaciones divertidas, sino que también se generaba cuando compartían momentos con quienes amaban.
Finalmente, se escuchó en la distancia un gran rugido. Era Risotón, el dragón. Había llegado a su encuentro, y al ver la alegría de los chicos, no pudo evitar reírse también.
"¡Gracias por hacer reír a todos!" - exclamó Risotón.
Lila, al ver que la comunidad se unía por la risa, sintió que su nube gris comenzaba a disiparse.
"No solo se trata de hacer reír, sino de reír juntos para que nuestra alegría nunca se apague" - dijo Lila.
Desde ese día, el pueblo de Sonrisas nunca volvió a olvidar la importancia de reír en compañía. Lila comprendió que la verdadera risa se encuentra cuando compartimos momentos con los demás.
Y así, cada vez que un niño en el pueblo reía, sabía que estaba llevando un trocito de la magia del dragón Risotón en su corazón.
FIN.