La Ronda de Valen



Valentín era un niño de diez años que vivía en un barrio muy especial. Su comunidad estaba llena de amigos y vecinos que siempre se ayudaban entre sí. Sin embargo, Valen no siempre había sido tan solidario o responsable. Antes, apenas pensaba en la gente que lo rodeaba. Pero todo cambió un día cuando su maestro, el señor Lucas, propuso organizar una ronda de amigos.

- “¡Vamos a jugar a la ronda! ”, dijo el señor Lucas. - “Pero no es solo un juego, sino una forma de compartir y cuidar a los demás.”

Intrigado, Valen se unió a sus compañeros. La ronda comenzaba con una frase mágica: “En esta ronda, cuidamos y ayudamos”. Desde entonces, cada semana los niños de la clase se juntaban para realizar actividades que beneficiaban a la comunidad, como limpiar el parque o ayudar a los abuelos a llevar sus compras.

Un día, mientras ayudaban a una abuela, Valen se dio cuenta de que tenía un talento especial para las manualidades. La abuela Rosa le dijo: - “Valen, tus manos son un regalo. ¿Por qué no lo usás para hacer algo lindo para los demás? ”

Con esas palabras en mente, Valen empezó a crear juguetes reciclados para los niños del barrio. Se sentía feliz al ver sus sonrisas. Pero un giro inesperado llegó cuando se enteró de que algunos niños no tenían para comer.

- “¡Debemos hacer algo! ”, exclamó su amiga Sofía.

Valen, decidido, propuso una nueva ronda, esta vez con un solo objetivo: juntar comida para los más necesitados.

- “Si cada uno trae un alimento, podremos hacer una gran donación”, dijo Valen.

Los niños comenzaron a trabajar juntos, organizando una feria donde vendían sus manualidades y juegos, y lo recaudado sería para comprar alimentos. El día de la feria fue un éxito; la plaza estaba llena de risas y colores.

Durante la actividad, Valen escuchó que uno de sus compañeros, Julián, dijo: - “No creo que podamos juntar suficiente comida…”

Valen, sintiéndose responsable por sus amigos, le respondió: - “Si todos ponemos un poquito, seguro lo logramos. Lo importante es que lo intentemos juntos.”

Al final del día, se habían recaudado mucho más de lo esperado.

- “¡Lo hicimos! ”, gritaron todos, llenos de alegría.

Valen se sintió más unido que nunca a su comunidad, y comprendió que ser solidario no solo es ayudar a otros, sino también inspirar a tus amigos para que hagan lo mismo.

Esa noche, Valen miró por la ventana y sonrió al ver a sus vecinos compartiendo una cena en la plaza, como resultado de su esfuerzo conjunto.

- “Esto es solo el comienzo”, pensó. Sabía que, a partir de ese día, la ronda no solo era un juego, sino una forma de vida que había cambiado su forma de ver el mundo.

Ahora, todos los sábados, los niños de la escuela continuaban haciendo su ronda, reafirmando su compromiso con la solidaridad y la responsabilidad, siempre trabajando juntos para hacer de su barrio un lugar mejor.

FIN.

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