La Rosa Eterna


Había una vez una hermosa rosa en el jardín de un pequeño pueblo. La rosa era conocida por su belleza y fragancia, pero también por su tristeza.

A pesar de ser admirada por todos, se sentía sola y deseaba tener alguien con quien compartir su vida. Un día, mientras la rosa suspiraba bajo los rayos del sol, un picaflor llegó volando al jardín. El picaflor era un ave muy curiosa y siempre estaba buscando aventuras.

Al ver a la rosa tan triste, decidió acercarse. "Hola hermosa rosa, ¿por qué estás tan triste?"- preguntó el picaflor con voz dulce. La rosa levantó la cabeza sorprendida de que alguien se preocupara por ella.

"Me siento sola"- respondió la rosa con tristeza. "Todos me admiran pero nadie realmente me conoce". El picaflor sonrió amablemente y dijo: "No te preocupes, yo estaré aquí contigo para conocerte y hacer compañía".

Desde ese momento, el picaflor visitaba a la rosa todos los días. Juntos compartían historias sobre el mundo exterior y reían mucho. La tristeza de la rosa comenzó a desvanecerse lentamente.

Pero un día, cuando el picaflor llegó al jardín, encontró a la rosa marchita y sin vida. Llorando desconsolado posándose sobre sus hojas marchitas. "¡Oh no! ¡Mi querida amiga ha muerto!"- exclamó el picaflor entre lágrimas.

"¿Qué haré ahora sin ella?"De repente, una brisa suave sopló y una voz susurró al oído del picaflor: "No llores, amigo picaflor. La rosa ha dejado algo muy especial para ti". El picaflor miró a su alrededor y encontró una semilla justo debajo de la rosa marchita.

Con cuidado, la recogió y decidió plantarla en un lugar especial. Pasaron los días y el picaflor regaba la semilla con amor y paciencia. Poco a poco, la semilla comenzó a crecer hasta convertirse en una hermosa planta de rosas.

Cuando las primeras flores aparecieron, el picaflor se dio cuenta de que cada una era diferente y única, como lo había sido su amiga rosa. Cada vez que volaba cerca de ellas, podía sentir la presencia de su querida amiga.

Desde entonces, el picaflor visitaba las rosas todos los días para compartir historias sobre su amistad con la rosa original. Y así, aunque ya no estaban juntos físicamente, su amistad perduraba en cada nueva flor que crecía.

La historia de la rosa y el picaflor se convirtió en leyenda en aquel pequeño pueblo. La gente aprendió que no importa cuán solos nos sintamos, siempre habrá alguien dispuesto a escucharnos y hacernos compañía.

Y así fue como el jardín se llenó de risas y alegría gracias a la hermosa lección de amor verdadero que nos enseñaron la rosa y el picaflor.

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