La Rosa Valiente



Era un día radiante en el Paraíso Terrenal, cuando las flores apenas comenzaban a despertar. Las mariposas danzaban en el aire fresco y el sol brilla con una luz dorada. En medio de ese escenario mágico, crecía la rosa más hermosa que jamás se había visto. Contaba con pétalos rojos como el fuego y una fragancia que hechizaba a todos los que pasaban por su lado.

La rosa, llamada Rosita, disfrutaba del cálido abrazo del sol.

"¡Qué hermoso es este día!" - exclamó Rosita, sintiéndose llena de alegría.

"Sí, lo es", respondió su amiga la mariposa, Mariposa, que revoloteaba a su alrededor. "Pero siempre hay algo en el aire...".

De repente, un oscuro espíritu, conocido como Melancolía, apareció en el jardín. Melancolía tenía una apariencia sombría, con ojos tristes y una aura que hacía que el mundo pareciera más gris. Se acercó a Rosita con un susurro seductor.

"¿No te gustaría ser la única rosa en este jardín? Ser la más especial, brillar más que las demás..." - dijo Melancolía, intentando llenar sus palabras de encanto.

Rosita se sintió intrigada, pero también un poco preocupada.

"¿Qué quieres decir?" - preguntó insegura.

"Si eliges ser única, podrías tener todo el amor del sol solo para ti y hacer que todas las demás flores envidien tu belleza" - contestó el espíritu, su voz suave como un susurro.

Rosita pensó por un momento. Sabía que ser diferente era valioso, pero también entendía que cada flor tenía su propia belleza. Entonces, decidió que debía ser valiente.

"Melancolía, entiendo lo que dices, pero no creo que la felicidad esté en ser la única. La verdadera hermosura está en compartir y disfrutar de la diversidad. ¡Mira a mi amiga Mariposa, su luz me hace más feliz!" - dijo Rosita, con determinación.

Melancolía frunció el ceño, sorprendido por la respuesta de Rosita. Nunca había encontrado una flor que rechazara su seducción. En lugar de rendirse, trató de usar otra estrategia.

"¿Y si te dijera que el sol puede dejar de brillar? Si elige no iluminarte, ¿qué harías?" - lanzó Melancolía, tratando de meter miedo en el corazón de Rosita.

Pero la valiente rosa no se amedrentó.

"El sol siempre vuelve a brillar después de una tormenta. Es parte de su naturaleza. Así como somos parte de este hermoso jardín, donde juntos crecemos y compartimos nuestro esplendor. ¡Yo elijo ser feliz así!" - afirmó, con fuerza.

Al escuchar esto, Melancolía sintió un pequeño cambio en su interior. Empezó a ver la belleza de la amistad y el amor que había entre todas las flores y criaturas del jardín.

"Quizás he estado viendo el mundo de una manera equivocada..." - murmuró el espíritu, primero para sí mismo.

Con el tiempo, Melancolía se fue alejando, sintiéndose un poco más ligero. En su aventura, Rosita había mostrado que ser parte de un todo, compartir amor y alegría, era mucho más hermoso que la soledad de la singularidad.

A partir de entonces, Melancolía se aventuró por el jardín, ayudando a las flores a crecer y a cada ser a brillar. Rosita, por su parte, continuó disfrutando de la compañía de sus amigas, floreciendo siempre más hermosa gracias a los lazos que había creado.

Y así, el Paraíso Terrenal se llenó de colores y risas, un lugar donde cada flor y cada ser podía ser valorado por lo que eran, apreciando la maravilla de la diversidad.

Y cuando el sol asomaba en el horizonte, todo el jardín cantaba, celebrando la valiente decisión de Rosita y la transformación de Melancolía, donde la verdadera felicidad florecía al ser unidas.

FIN.

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