La sabiduría de Doña Mercedes



Érase una vez en Santiago, República Dominicana, una mujer llamada Doña Mercedes. Todos en el pueblo la conocían como "la bruja de Santiago", pero en realidad no era una bruja en absoluto.

Doña Mercedes era simplemente una mujer mayor que vivía sola en su casa cerca del bosque. Un día, dos niños traviesos llamados Juancito y Mariela decidieron jugarle una broma a Doña Mercedes.

Ellos habían escuchado las historias sobre la bruja y querían asustarla para ver si realmente tenía poderes mágicos. "Vamos a espiar a la bruja de Santiago", dijo Juancito con entusiasmo. "¡Sí! ¡Será muy divertido!" respondió Mariela emocionada.

Los dos se acercaron sigilosamente a la casa de Doña Mercedes y vieron que estaba reagarrando hierbas en su jardín. De repente, Doña Mercedes los descubrió y los miró con calma. "¿Qué hacen por aquí, niños?" preguntó Doña Mercedes con amabilidad. Juancito y Mariela se sintieron avergonzados por haber sido descubiertos.

"Lo siento, señora. Solo estábamos jugando", dijo Juancito apenado. Doña Mercedes sonrió y les invitó a entrar a su casa. Les contó historias maravillosas sobre el bosque y les enseñó cómo cuidar las plantas y los animales que vivían allí.

Los niños se sorprendieron al descubrir lo amable y sabia que era Doña Mercedes. Con el paso de los días, Juancito y Mariela visitaban a menudo a Doña Mercedes para aprender más de ella.

Descubrieron que no era una bruja malvada, sino una mujer amorosa que cuidaba de la naturaleza y ayudaba a quienes lo necesitaban en el pueblo. Un día, un fuerte huracán azotó Santiago y muchas casas resultaron dañadas.

Juancito y Mariela recordaron lo bondadosa que había sido siempre Doña Mercedes con ellos e inmediatamente fueron a buscarla para pedirle ayuda. "Doña Mercedes, ¿podrías ayudarnos a reconstruir las casas dañadas por el huracán?" preguntó Juancito con esperanza.

Doña Mercedes asintió con una sonrisa comprensiva y les dijo: "Por supuesto, niños. Juntos podemos hacer grandes cosas cuando trabajamos unidos. "Así fue como todo el pueblo se unió para reconstruir las casas afectadas por el huracán.

Gracias al esfuerzo conjunto de todos, Santiago volvió a ser un lugar próspero y lleno de alegría. Desde ese día, nadie volvió a llamar —"bruja"  a Doña Mercedes. En cambio, todos la conocían como la mujer sabia y bondadosa que siempre estaba dispuesta a ayudar al prójimo.

Y colorín colorado este cuento ha terminado; así es como los niños aprendieron que no debemos dejarnos llevar por las apariencias ni juzgar sin conocer realmente a las personas.

FIN.

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