La Sabiduría de los Animales



En un tiempo antiguo, cuando los humanos aún no habían olvidado su conexión con la naturaleza, los animales se reunieron en un claro del bosque para discutir un gran problema: los humanos estaban comenzando a dañar su hogar. El Gran Puma, sabio y fuerte, fue quien tomó la palabra primero.

"Queridos amigos, debemos encontrar una manera de hacerle entender a los humanos que nuestras tierras son sagradas y que debemos cuidarlas juntos." - dijo el Gran Puma con voz profunda.

Los animales murmuraron en acuerdo, pero también había preocupación entre ellos. La Tortuga, anciana y paciente, se levantó y habló.

"Pero, Gran Puma, ¿cómo haremos que escuchen? Hace tiempo que se olvidaron de nosotros y de nuestra tierra."

El Gran Puma meditó un momento y luego sugirió:

"Podríamos enviar a un mensajero, alguien que tenga el don de la comunicación. ¿Quién se ofrece?"

La Liebre, ágil y veloz, se ofreció instantáneamente.

"Yo iré. Puedo correr rápido y, si me ven, sabrán que vengo con un mensaje importante."

"Ten cuidado, mi pequeña amiga", dijo la Tortuga. "Los humanos son impredecibles."

La Liebre asintió con valentía y partió hacia el pueblo. Mientras corría, pensaba en cómo transmitir el mensaje a los humanos. Cuando finalmente llegó, notó que había un grupo de niños jugando en el campo.

"¡Hola, niños!", gritó la Liebre, saltando cerca de ellos.

Los niños se asustaron al ver a la Liebre hablar, pero uno de ellos, un niño llamado Mateo, se acercó con curiosidad.

"¿Puede un animal hablar?" - preguntó Mateo.

"Sí, y tengo un mensaje muy importante para vosotros. Los humanos están dañando nuestro hogar, el bosque. Debemos encontrar una manera de vivir juntos en armonía."

Los niños, intrigados, comenzaron a escuchar con atención mientras la Liebre explicaba.

Sin embargo, lo que no sabía la Liebre era que un grupo de adultos estaba cerca, observando la escena. Uno de ellos, el padre de Mateo, salió de entre los arbustos.

"Mira a ese animal extraño. No debemos confiar en él", dijo el hombre con desdén.

La Liebre, sintiendo la tensión, decidió cambiar de estrategia.

"Por favor, escuchen. Si seguís destruyendo el bosque, también los animales perderán su hogar. ¡Nos necesitamos mutuamente!" - decía, mientras los adultos se acercaban.

Pero el padre de Mateo se cruzó de brazos.

"No necesitamos a los animales. El bosque está ahí para que lo usemos. No importa lo que digan."

En ese momento, Mateo, recordando las historias que su abuela le contaba sobre la vida silvestre, se interpuso entre la Liebre y su padre.

"Papá, eso no es cierto. Yo vi un ciervo en el río y es hermoso. Si destruimos el bosque, perderemos todo lo bueno."

El padre de Mateo frunció el ceño, pero Mateo continuó.

"¿Recuerdas cuando fuimos de camping y escuchamos los sonidos de la noche? Si seguimos dañándolos, eso se perderá también."

La Liebre, al ver la determinación en los ojos de Mateo, decidió jugar su último as bajo la manga.

"Si me permitís, puedo mostrarte lo que los humanos están perdiendo."

El grupo de niños, ahora intrigados, miraron a su alrededor, ansiosos por seguir a la Liebre. La mayoría de los adultos, aburridos, decidieron regresar a sus casas, pero Mateo y sus amigos decidieron seguirla.

La Liebre llevó a los niños a un rincón del bosque donde había flores de colores brillantes y animales jugueteando. Mientras corrían y reían, vieron pájaros de todo tipo volar a su alrededor.

"¡Miren!", dijo la Liebre emocionada. "Este es el hogar de muchos seres que también necesitan vivir."

Los ojos de los niños se iluminaron de asombro. Se dieron cuenta de la belleza y diversidad que les mostraba la Liebre.

Al regresar al pueblo, Mateo sintió que tenía que hacer algo.

"¡Hagamos una feria del bosque! Podemos invitar a todos los adultos y mostrarles lo hermoso que es. Necesitamos compartirlo, para que entiendan por qué debemos protegerlo."

Con la idea en su mente, los niños se pusieron a trabajar. Prepararon carteles, recolectaron hojas y flores, y al día siguiente, invitaron a todos del pueblo a la Feria del Bosque.

Los adultos, curiosos por el revuelo, deciden ir, y al llegar se sorprendieron al ver la variedad de colores y sonidos que el bosque ofrecía.

El padre de Mateo se quedó asombrado al ver a sus hijos y a otros niños en medio de la naturaleza, y poco a poco comenzó a entender el mensaje.

"Quizás, deberíamos cuidar más del bosque", reflexionó.

Con cada risa y cada descubrimiento, el respeto hacia la naturaleza fue resurgiendo en los corazones de los humanos.

Finalmente, la feria terminó con un compromiso entre los niños y los adultos: cuidar el bosque y restaurar lo que se había dañado. La Liebre regresó triunfante con la historia de su éxito.

"Lo lograste, pequeña amiga", dijo el Gran Puma cuando se reunió nuevamente con los animales.

"Juntos podemos recordarle a los humanos la valía de lo que tienen."

Y así, hombres y animales comenzaron a reconciliarse, creando un nuevo futuro juntos, donde el respeto por la naturaleza se volviera parte de sus vidas.

Las historias de la Liebre y Mateo se contaron por generaciones, recordando siempre la importancia de cuidar de su hogar, el bosque.

Y así, en ese tiempo antiguo, la sabiduría no solo fluyó de los animales a los humanos, sino que también los humanos aprendieron de la naturaleza y de los corazones puros de los niños.

FIN.

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