La sabiduría de Tita



Había una vez en un hermoso bosque, una tortuga llamada Tita. Tita era muy especial, ya que a diferencia de las demás tortugas, ella era increíblemente inteligente.

Sabía leer, escribir y resolver problemas matemáticos como nadie más en el bosque. Un día, mientras paseaba por el bosque, Tita se encontró con un conejo llamado Pancho. Pancho era conocido por ser el animal más veloz del bosque y siempre estaba presumiendo de ello.

"¡Hola, Tita! ¿Qué haces por aquí tan despacio?" -se burló Pancho. Tita sonrió con calma y le respondió: "Hola, Pancho. Estoy disfrutando de un tranquilo paseo por el bosque. A veces es bueno detenerse y apreciar la belleza que nos rodea".

Pancho rodó los ojos y dijo: "Bah, eso suena aburrido. Yo prefiero correr a toda velocidad y sentir el viento en mi pelaje". "Cada uno disfruta las cosas a su manera", respondió Tita con paciencia.

Mientras tanto, en lo profundo del bosque, se escucharon unos gritos de auxilio. Tita y Pancho corrieron hacia el lugar de donde provenían los gritos y descubrieron que un zorro había caído en un pozo profundo y no podía salir.

"¡Ayúdenme, por favor!" -gritaba desesperado el zorro. Tita rápidamente ideó un plan para rescatar al zorro utilizando sus conocimientos matemáticos e ingenio.

Le indicó a Pancho cómo podían formar una escalera con ramas para que el zorro pudiera trepar y salir del pozo. Después de varios intentos fallidos, finalmente lograron rescatar al zorro sano y salvo. El zorro les agradeció emocionado y les prometió ser más cuidadoso la próxima vez.

"¡Gracias por salvarme! Nunca imaginé que una tortuga tan inteligente como tú pudiera ayudarme", dijo el zorro admirado. Pancho también miraba a Tita con asombro y orgullo. Había descubierto que la inteligencia era mucho más valiosa que la velocidad o cualquier otra habilidad física.

Desde ese día en adelante, Tita se convirtió en la heroína del bosque gracias a su sabiduría y bondad. Todos los animales acudían a ella en busca de consejo o ayuda en momentos difíciles.

Y así, la tortuga inteligente demostró que no importa cuán lento seas o qué aspecto tengas; lo importante es la grandeza que llevas dentro de ti y cómo la utilizas para hacer del mundo un lugar mejor para todos.

FIN.

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