La Selva de Colores
Era una mañana soleada en la Selva de Colores, un lugar mágico donde los árboles eran tan altos que tocaban el cielo y las flores brillaban como diamantes. Pero un día, algo extraño sucedió. La selva comenzó a perder su color, y los animales y plantas no sabían qué hacer.
Los árboles, antes llenos de hojas verdes y vibrantes, se veían tristes y marchitos. Las mariposas ya no danzaban en el aire, y los pájaros habían dejado de cantar. En medio de esta preocupación, un pequeño loro llamado Lolo decidió averiguar qué sucedía.
"¡No puedo creer lo que está pasando!" - decía Lolo volando de un lado a otro.
"¡Necesitamos ayudar a nuestra selva!" - exclamó su amiga, la pequeña rana Rina, saltando a su lado.
Lolo y Rina se pusieron en marcha para investigar. Se encontraron con una tortuga sabia llamada Toñi, quien vivía en el río.
"Toñi, ¿por qué nuestra selva ha perdido su color?" - preguntó Lolo, preocupado.
Toñi les explicó: "Se dice que la selva necesita de la risa y la alegría de sus habitantes para mantenerse viva y colorida. Pero los problemas y la tristeza han llenado nuestros corazones. Debemos reir y compartir momentos felices."
Lolo y Rina decidieron organizar una gran fiesta en la selva. Invitaron a todos los animales: desde los majestuosos jaguares hasta los divertidos monos. Cada uno debía traer algo especial que hiciera reír a los demás.
El día de la fiesta, la selva estaba llena de emoción. El mono Mimo trajo sus mejores trucos y hacía a todos reír a carcajadas, mientras que la serpiente Susi mostró sus movimientos divertidos que dejaban a todos boquiabiertos.
"¡Miren esto!" - gritaba Mimo mientras hacía un salto mortal "¡Que empiece la diversión!"
Sin embargo, justo cuando la fiesta estaba en su apogeo, apareció una nube oscura en el cielo.
"¡Oh no!" - gritó Rina. "¿Qué pasará con nuestra celebración?"
Pero Lolo, valiente como siempre, propuso: "¡No dejemos que una nube nos detenga! ¡Sigamos celebrando!"
Así que, con risas y bailes, ignoraron a la nube y continuaron con la fiesta. Poco a poco, el sol comenzó a brillar más fuerte, y la nube oscura empezó a alejarse. Todos los colores de la selva empezaron a volver, como si la alegría le diera fuerza para renacer.
"¡Miren!" - exclamó Lolo, observando cómo las flores volvían a florecer.
"¡La selva está reviviendo!" - dijo Rina, saltando de felicidad.
Al final del día, la selva estaba más colorida que nunca. Los animales, emocionados, prometieron hacer de la risa y la alegría una parte fundamental de su vida diaria.
"Siempre habrá un motivo para celebrarnos y divertirnos" - comentó Toñi, sonriendo.
Y desde aquel día, la Selva de Colores nunca volvió a perder su alegría, porque cada vez que alguna nube oscura se asomaba, sabían que podían contar con el poder de la risa para ahuyentarla.
Así, Lolo, Rina y todos sus amigos aprendieron que cada uno, por pequeño que sea, puede aportar luz y color a su hogar. Y así, la Selva de Colores floreció y se llenó de vida nuevamente, recordando siempre la importancia de compartir momentos felices juntos.
FIN.