La selva de la amistad


En lo más profundo de la selva vivían dos inseparables amigos: una abeja llamada Mielita, conocida por su dulzura y amabilidad, y una hormiga llamada Comecocos, famosa por su voraz apetito.

A pesar de sus diferencias, eran los mejores amigos y compartían todo juntos. Un día, mientras volaban en busca de nuevos amigos, Mielita y Comecocos se encontraron con un mono travieso que saltaba de árbol en árbol.

"¡Hola! Soy Mielita la abeja dulce, ¿quieres ser nuestro amigo?", dijo Mielita con entusiasmo. El mono los miró con curiosidad y respondió: "Claro que sí.

¡Nunca he tenido amigos tan diferentes como ustedes!"Desde ese día, el mono se unió a Mielita y Comecocos en todas sus aventuras por la selva. Juntos exploraban cada rincón, descubriendo nuevas plantas y animales sorprendentes. Una tarde calurosa, mientras caminaban cerca de un río cristalino, escucharon un llanto desconsolado. Se acercaron cuidadosamente y encontraron a un perezoso solitario que parecía triste.

"¿Qué te pasa?", preguntó preocupada Mielita. El perezoso levantó la cabeza lentamente y respondió con voz melancólica: "Estoy solo en la selva... Nadie quiere ser amigo de alguien tan lento como yo".

Mielita sonrió con ternura y le dijo: "No importa si eres lento o rápido. Lo importante es ser sincero y amable. Nosotros queremos ser tus amigos". El perezoso no podía creerlo.

Nunca había imaginado tener amigos tan especiales como Mielita, Comecocos y el mono. Desde ese momento, se convirtieron en un grupo inseparable que disfrutaba de las pequeñas cosas que la selva les ofrecía. Una mañana fresca, mientras jugaban entre las lianas, escucharon un rugido fuerte que resonaba en toda la selva.

Todos se asustaron al principio, pero decidieron investigar valientemente el origen del sonido misterioso. Para su sorpresa, descubrieron a un tigre majestuoso atrapado entre ramas caídas. Estaba herido e indefenso. "¡Tenemos que ayudarlo!", exclamó Comecocos con determinación.

Con trabajo en equipo y mucha solidaridad lograron liberar al tigre herido. El felino les dio las gracias sinceramente y les prometió protegerlos siempre que lo necesitaran.

A partir de ese día, el tigre se sumó a las aventuras del grupo formado por Mielita la abeja dulce; Comecocos la hormiga glotona; el mono travieso; el perezoso tranquilo; ¡y ahora también contaban con la fuerza protectora del tigre! La noticia corrió rápidamente por toda la selva: cinco amigos muy diferentes habían formado una familia basada en el respeto mutuo, la amistad incondicional y la solidaridad ante cualquier adversidad.

Y así fue cómo Mielita aprendió que no importa cuán distintos sean los demás; lo esencial es encontrar aquello que nos une para construir relaciones verdaderas e inquebrantables.

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