La selva de la solidaridad



En lo más profundo de la selva vivía un pueblo muy especial. En este lugar, todos sus habitantes se regían por tres valores fundamentales: la solidaridad, la fraternidad y la equidad.

Cada día, los miembros de esta comunidad se ayudaban mutuamente, compartían lo que tenían y aseguraban que nadie quedara atrás. La historia comienza con dos amigos inseparables llamados Mateo y Sofía. Ambos eran conocidos en el pueblo por su espíritu solidario y su gran corazón.

Un día, mientras caminaban por el bosque, encontraron a un pequeño zorrito herido. "¡Oh no! ¡Pobrecito zorrito! Tenemos que ayudarlo", exclamó Sofía con preocupación. "Tienes razón.

Vamos a llevarlo al anciano Sabio del Bosque, él sabrá cómo curarlo", respondió Mateo decidido. Juntos cargaron al zorrito hasta la cabaña del Sabio del Bosque, quien les dio las instrucciones para cuidarlo y curarlo. Los días pasaron y el zorrito se recuperaba gracias a los cuidados de Mateo y Sofía.

Pronto, se convirtió en parte de su pequeña familia en la selva. Un día, una fuerte tormenta azotó el pueblo y muchos árboles cayeron bloqueando el camino hacia la cascada donde obtenían agua fresca para todos.

La situación era grave ya que sin agua fresca, no podrían sobrevivir por mucho tiempo en la selva. Ante esta emergencia, todos en el pueblo se reunieron para buscar una solución.

Fue entonces cuando Mateo propuso:"¡Podemos pedir ayuda a los animales del bosque! Ellos son nuestros amigos y sé que nos ayudarán". Confiando en la palabra de Mateo, los habitantes del pueblo pidieron ayuda a los animales cercanos.

Pronto llegaron elefantes con su fuerza para remover los árboles caídos; monos ágiles que recogieron ramas; pájaros que trajeron semillas para plantar nuevos árboles; incluso el pequeño zorrito ayudó llevando herramientas ligeras con su boca.

Gracias a la colaboración entre todos, lograron despejar el camino hacia la cascada y restablecer el suministro de agua fresca para el pueblo. La solidaridad había triunfado una vez más en aquel lugar mágico de la selva.

Desde ese día, cada habitante del pueblo comprendió aún más la importancia de vivir bajo los valores de solidaridad, fraternidad y equidad. Aprendieron que juntos podían superar cualquier adversidad y que ayudarse mutuamente era fundamental para mantener viva esa hermosa comunidad en armonía con la naturaleza.

Y así, entre risas y abrazos alrededor de una fogata encendida bajo las estrellas brillantes de la selva, celebraron no solo haber superado aquella prueba difícil sino también haber fortalecido sus vínculos como verdadera familia selvática donde cada uno era importante y valorado por igual.

FIN.

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