La Selva en Conflicto



Había una vez en lo profundo de la selva, un grupo de 10 animalitos que eran muy amigos. Todos vivían felices y se ayudaban mutuamente. Por la mañana, cantaban, jugaban y nunca faltaban a las reglas que habían acordado juntos. Pero había un pequeño problema con un personaje en particular: la traviesa Mica, la monita.

Un día, la banda se reunió a planear un juego nuevo.

"¡Hoy haremos una carrera por la selva!" - dijo Tomás, el tucán.

"Sí, pero debemos respetar el camino que acordamos, ¿verdad?" - añadió Luli, la linda iguana.

"Por supuesto" - dijo Paula, la perezosa, con una sonrisa.

Sin embargo, Mica no estaba muy entusiasmada con las reglas.

"¡Quiero ir por donde yo quiera!" - saltó Mica.

"Pero Mica, acordamos que debemos seguir el camino claro para que todos podamos jugar juntos" - explicó Tito, el jaguar.

Pero Mica, con su energía contagiosa, se quedó en su propio mundo y decidió que no necesitaba seguir el camino que habían acordado. Mientras sus amigos se alineaban en la línea de partida, Mica se alejó saltando por árboles, cruzando ríos y gritando.

"¡Miren, soy la más rápida!" - gritó Mica, ignorando a sus amigos.

Mientras tanto, los otros animalitos comenzaron la carrera, pero todos se preocupaban por Mica.

"¿No te parece que ella necesita seguir las reglas?" - dijo Luli, entre preocupada y confundida.

"Sí, pero no quiero que se lastime" - comentó Paula.

De repente, Mica, al no prestarle atención al camino, resbaló y cayó en un charco.

"¡Ay!" - gritó Mica, realmente asustada.

Todos los animalitos pararon.

"¿Ves, Mica? Por no seguir nuestro camino, te lastimaste" - dijo Tito.

Mica se dio cuenta de que sus amigos tenían razón.

"Lo siento, no pensé que me pasaría algo malo" - respondió, algo avergonzada.

Luli se acercó para ayudarla a levantarse del charco.

"No fue tan malo, pero podrías haberte lastimado más feo" - dijo.

"Sí, las reglas son para cuidarnos" - añadió Tomás, apoyando a sus amigos.

Mica entendió que era importante seguir las normas no solo para protegerse a sí misma, sino también para seguir disfrutando del tiempo juntos con sus amiguitos.

"Prometo que a partir de ahora seguiré las normas y jugaré con ustedes" - dijo Mica, sonriendo nuevamente.

La siguiente carrera fue aún más divertida porque todos, incluidas Mica, aprendieron que seguir las reglas no era aburrido, sino una forma de cuidar a sus amigos y disfrutar más del juego.

¡Y así, la selva dejó de estar en conflicto! Desde ese día, todos se respetaron mutuamente y siempre se aseguraron de seguir las normas del juego, cuidando que nadie se lastime. Y Mica, la traviesa, se convirtió en la monita más respetuosa del lugar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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