La Selva y el Gran Problema de Rayito



En una colorida selva llena de árboles altos, vivían diez amiguitos: la tortuga Tita, el loro Lolo, el jaguar Javi, la rana Rina, el elefante Ele, la serpiente Susi, el mono Momo, la ardilla Aria, el flamenco Feli y el oso Oti. Cada uno tenía su propio estilo y personalidad, y les encantaba jugar todos juntos.

Un día, Tita, Lolo, Javi, Rina, Ele, Susi, Momo, Aria, Feli y Oti estaban muy emocionados porque planeaban un gran juego, "La Búsqueda del Tesoro de la Selva". Cada uno tenía que seguir las reglas: buscar pistas en grupos de dos, hablar en voz baja y, sobre todo, esperar su turno para jugar. Ele era el encargado de leer las pistas y todos esperaban con ansias.

Pero había un problemita: Momo, el mono travieso, no quería seguir las reglas.

"¡Bla, bla! Yo no necesito hacer pareja, puedo buscar solo!" - gritaba Momo, mientras saltaba de árbol en árbol.

Los demás se miraban preocupados.

"Momo, es importante que juguemos juntos" - decía Tita con su voz suave.

"Sí, si no juegas con nosotros, no podremos encontrar el tesoro" - añadió Lolo, volando cerca.

Pero Momo no escuchaba. Se fue solo al otro lado de la selva y comenzó a buscar la primera pista. Mientras tanto, sus amigos trataban de seguir las reglas y trabajar en equipo.

Al rato, Momo escuchó un ruido.

"¡Oh, no! ¿Qué será eso?" - pensó asustado. Era un grupo de monos que jugaban y hacían ruido.

"¡Hola, Momo! ¿Quieres jugar con nosotros?" - le preguntaron los otros monos.

"¡Claro, sí!" - les gritó Momo, olvidando a sus amigos. Jugaron y saltaron juntos, pero Momo se sintió un poco triste.

La selva se empezó a oscurecer y Momo se dio cuenta de que había dejado a sus amigos solos en el juego.

"¿Y si no encuentran el tesoro sin mí?" - se preguntó asustado. Corrió hacia donde habían quedado Tita y los demás.

Cuando llegó, vio que todos estaban:

"¡Momo! ¡Te estábamos buscando!" - exclamó Rina, un poco enojada.

"¡Te extrañamos!" - dijo Oti con su gran voz.

"¡No podemos encontrar la pista sin ti!" - añadió Javi.

Momo se sintió mal.

"Lo siento, amigos, no quería hacerles sentir así. A veces me emociono tanto que olvido que debemos trabajar juntos" - dijo con sinceridad.

Todos se miraron y comprendieron que el juego no solo era divertido, sino que era más lindo cuando todos participaban.

"Está bien, Momo, pero ahora hagamos las cosas bien" - dijo Aria, y todos asintieron con la cabeza.

"Sigamos las reglas juntos" - puso Susi, y cada uno, en su lugar, regresó a jugar en equipo, recordando cómo divertirse respetando a los demás.

Así fue como Momo aprendió lo importante que era jugar y vivir en armonía con sus amigos.

Al final del día, juntos encontraron el tesoro: una gran caja con dulces y juegos para todos.

"¡Ganamos juntos!" - gritaron a la vez y se abrazaron en una gran rueda de amigos.

Desde ese día, Momo siempre se acordó de jugar respetando a sus compañeros, porque entendió que las reglas estaban para ayudar, y la diversión se multiplica cuando todos están incluidos.

FIN.

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