La semilla dorada de Mateo



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Solcito, donde el sol brillaba más fuerte que en cualquier otro lugar del mundo. La gente vivía feliz y contenta, disfrutando de los días soleados y las noches estrelladas.

Sin embargo, un día algo extraño comenzó a suceder: el sol se volvió cada vez más intenso, tan intenso que empezó a quemar todo lo que tocaba. Los habitantes de Solcito estaban asustados y no sabían qué hacer.

Las plantas se marchitaban, los ríos se secaban y la gente corría peligro de ser quemada por los rayos abrasadores del sol. Todos buscaban refugio en sus casas, con miedo de salir y ser alcanzados por el calor insoportable.

En medio de esta crisis, nació Mateo, un niño valiente y curioso que no podía quedarse con los brazos cruzados viendo cómo su pueblo se deterioraba poco a poco.

Decidió emprender un viaje hacia lo más alto de la montaña, donde según la leyenda vivía el sabio anciano del viento. Mateo caminó durante horas bajo el ardiente sol hasta llegar a la cima de la montaña.

Allí encontró al anciano del viento, quien le dijo con voz sabia:"Pequeño Mateo, sé por qué has venido. El sol ha perdido su brillo interior y está consumiendo todo a su paso. Pero hay una manera de salvarlo.

"El anciano le entregó a Mateo una pequeña semilla dorada y le explicó:"Esta es la semilla de la esperanza. Debes plantarla en lo más alto de la montaña y regarla con agua pura todos los días hasta que crezca fuerte y sana. Solo así podrás devolverle al sol su brillo perdido.

"Mateo tomó la semilla con determinación y regresó al pueblo. Con esfuerzo y dedicación subió cada día a la cima de la montaña para cuidar de la semilla dorada, protegiéndola del calor abrasador del sol.

Poco a poco, las cosas empezaron a cambiar en Solcito. La planta creció alta y frondosa, desprendiendo una luz dorada que iluminaba todo el pueblo con una energía renovadora.

El sol dejó de ser destructivo y volvió a brillar como antes, pero esta vez con un resplandor especial gracias al cuidado desinteresado de Mateo. La gente celebraba emocionada este milagro natural e inexplicable que había salvado al pueblo del inminente desastre.

Todos aprendieron una importante lección: que incluso en los momentos más oscuros siempre hay esperanza si se actúa con valentía y determinación.

Y así fue como Mateo se convirtió en el héroe legendario de Solcito, recordado por generaciones como aquel niño que devolvió al sol su brillo perdido mediante el poder transformador del amor y la perseverancia.

FIN.

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