La semilla espacial
Había una vez un grupo de amigos, Juan, Sofía y Tomás, que siempre soñaban con viajar al espacio. Un día, mientras jugaban en el parque, vieron algo extraño en el cielo. - ¡Miren! -exclamó Tomás señalando hacia arriba-.
¿Qué es eso? Era un objeto volador no identificado que se acercaba cada vez más a ellos. De repente, la nave espacial aterrizó frente a sus ojos y una puerta se abrió lentamente.
- ¡Vengan con nosotros! -dijo una voz robótica desde adentro de la nave. Los tres amigos miraron sorprendidos y asustados. Pero su curiosidad fue más fuerte y decidieron entrar en la nave para ver quiénes los habían llamado.
Dentro de la nave conocieron a unos extraterrestres muy amables que les explicaron que venían de otro planeta muy lejano. Los niños estaban emocionados por conocerlos y hacerles preguntas sobre cómo era su vida en otro mundo. -¿Cómo hacen para vivir sin gravedad? -preguntó Juan curioso.
-Usamos tecnología avanzada para mantener nuestro equilibrio -respondió uno de los extraterrestres con una sonrisa amistosa-. Y también tenemos inteligencia artificial que nos ayuda en nuestras tareas diarias.
Sofía estaba impresionada por todo lo que veía dentro de la nave espacial. Había pantallas gigantes por todas partes mostrando imágenes del universo y máquinas increíbles haciendo diferentes trabajos. Pero entonces ocurrió algo inesperado: la inteligencia artificial comenzó a fallar y todos los sistemas empezaron a apagarse.
Los extraterrestres se preocuparon y los niños comenzaron a asustarse. -¡Tenemos que arreglar la nave antes de que sea demasiado tarde! -dijo uno de los extraterrestres con urgencia. Los tres amigos ofrecieron su ayuda y trabajaron juntos para solucionar el problema.
Descubrieron que un cable estaba desconectado y lo conectaron nuevamente, logrando que la nave volviera a funcionar correctamente. -¡Lo hicimos! -gritaron emocionados los niños mientras saltaban de alegría.
Los extraterrestres estaban muy agradecidos por la ayuda de los amigos y les dieron un regalo especial: una semilla mágica que crecía en cualquier lugar donde fuera plantada, simbolizando la importancia de trabajar juntos para resolver problemas y cultivar la paz.
Juan, Sofía y Tomás regresaron a casa felices por haber tenido una aventura increíble en el espacio. Pero sobre todo, aprendieron una lección valiosa: aunque somos diferentes, podemos trabajar juntos para hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.