La Seño Bruja que se Convirtió en Princesa
Había una vez en un pequeño reino, una señorita muy especial llamada Seño Bruja. A pesar de su apodo, era una maestra increíblemente bondadosa y cariñosa con todos sus alumnos. Sin embargo, la gente del reino la veía con temor por sus extraños hechizos y su apariencia misteriosa. Un día, un malvado brujo lanzó un hechizo sobre ella, convirtiéndola en la Seño Princesa, una hermosa y bondadosa princesa con un gran corazón.
La Seño Princesa, desconcertada por su transformación, decidió aprovechar su nueva apariencia para enseñar a los niños del reino lecciones que jamás olvidarían. Al llegar a su escuela, todos los alumnos se sorprendieron al verla tan radiante y amable. -¡Buenos días, queridos alumnos! -dijo la Seño Princesa con una sonrisa cálida. -Hoy les contaré una historia sobre la importancia de ser amable y compasivo con los demás.
Los niños, maravillados, escucharon atentamente las enseñanzas de la Seño Princesa. A medida que pasaban los días, la Seño Princesa demostró ser la maestra más querida y respetada de todo el reino. Inspiraba a sus alumnos a ser valientes, amables y a siempre buscar la belleza en las cosas más simples.
Un día, un niño llamado Juanito estaba triste porque le habían hecho bullying en la escuela. La Seño Princesa lo notó y, en lugar de castigar a los culpables, les enseñó a todos sobre el poder del perdón y la importancia de tratar a los demás con respeto. Desde ese día, la escuela se convirtió en un lugar acogedor y lleno de amistad.
El malvado brujo, enfurecido por ver cómo la Seño Princesa había transformado la vida de los niños, intentó lanzar otro hechizo sobre ella. Pero para su sorpresa, el hechizo se rompió y la Seño Princesa recuperó su aspecto original. Sin embargo, ya nada sería igual. La gente del reino ya no la veía como una bruja, sino como la bondadosa y valiente Seño Princesa que les había enseñado tanto.
Desde ese día, la Seño Princesa siguió enseñando con amor y dedicación, demostrando que, aunque las apariencias puedan cambiar, lo que realmente importa es la bondad que llevamos en nuestro corazón.
FIN.