La señora del jardín mágico



En un pequeño pueblo rodeado de frondosos bosques, había una casa antigua que muchos decían que estaba habitada por una señora misteriosa. Los niños del lugar la llamaban la Bruja del Jardín, ya que nunca la habían visto y solo escuchaban rumores sobre ella.

Los más atrevidos se acercaban a su casa para intentar ver algo extraño, pero siempre volvían corriendo, espantados por lo que decían haber oído: risas desconcertantes y susurros que parecían salir de los árboles.

Un día, dos amigos, Clara y Lucas, decidieron que era hora de averiguar la verdad sobre la Bruja del Jardín.

"¡Vamos a acercarnos y ver qué pasa!" - dijo Clara con emoción.

"¿Estás segura? Dicen que se lleva a los niños que no obedecen a sus padres" - contestó Lucas, un poco nervioso.

Pero Clara, con su espíritu aventurero, lo convenció. Los dos se dirigieron a la casa con un mapa dibujado a mano y una linterna. A medida que se acercaban, los árboles parecían moverse y el viento susurraba inquietantes melodías.

"Es solo el viento, no hay nada de qué preocuparse" - tranquilizó Clara y siguieron adelante.

Cuando llegaron a la puerta, la señora del jardín apareció de repente, con una sonrisa en su rostro. Tenía el cabello descolorido y una chaqueta de colores vivos.

"¡Hola, niños! ¿Por qué vienen a mi jardín?" - preguntó con una voz suave.

"Queríamos saber si es verdad que se lleva a los niños" - respondió Lucas, temblando un poco.

La señora se rió, y su risa resonó como un eco en el aire.

"¡Queridos! No soy una bruja malvada. Este jardín está lleno de magia, pero es una magia de ayudar y crear. Vengan, les enseñaré" - invitó.

Siguieron a la señora al jardín que, para su sorpresa, estaba lleno de flores milagrosas y árboles que brillaban con luces de colores.

"Este lugar necesita de la alegría de niños como ustedes. A veces, los niños se olvidan de jugar y soñar, y eso hace que la magia se apague" - explicó la señora.

"¿Nosotros podemos ayudar a que vuelva la magia?" - preguntó Clara, iluminándose con la idea.

"¡Por supuesto! A veces, la magia solo necesita un poco de amor y risas. Vamos a plantar flores del sueño" - respondió.

Juntos, comenzaron a trabajar en el jardín, riendo y compartiendo historias. Cada risa que emitían parecía hacer que las flores crecieran más fuertes y los árboles brillaran más intensamente.

"Mirá, Clara, ¡las flores se están iluminando!" - exclamó Lucas, emocionado.

"Sí, estamos creando magia de verdad. ¡Es increíble!" - respondió Clara.

Después de muchas horas de trabajo y diversión, la señora les sonrió satisfecha.

"Gracias, niños. Ahora el jardín está lleno de alegría y la magia volverá" - dijo.

"¿Puedo venir a jugar aquí siempre?" - preguntó Lucas.

"Por supuesto, siempre y cuando recuerden compartir su alegría y ayudar a otros a encontrar su propio jardín mágico" - respondió la señora con ternura.

Los niños aprendieron que la verdadera magia no provenía de hechizos o maldiciones, sino del poder de la amistad y la alegría compartida. Desde ese día, Clara y Lucas visitaron a la señora regularmente, ayudando a otros a descubrir la magia que llevaban dentro.

Con el tiempo, el jardín se convirtió en un lugar de encuentro para todos los niños del pueblo, llenando el aire con risas y sueños.

Y así, la leyenda de la Bruja del Jardín cambió, convirtiéndose en la historia de la señora que les enseñó a todos que la verdadera magia se encuentra en el amor y la creatividad. ¡Nunca more maldición, siempre más risas!

FIN.

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