La Serenata de Tobi, el Perro Juguetón
Era una hermosa tarde en el parque, el sol brillaba y los pájaros cantaban. En una casita amarilla, vivía un perro llamado Tobi. Era un perrito juguetón, con el pelo dorado y ojos chispeantes que reflejaban su alegría. Tobi pasaba sus días corriendo, saltando y haciendo travesuras.
Un día, mientras jugaba con su pelota favorita, Tobi decidió que quería hacer algo especial. "¡Voy a componer una serenata!", pensó. Así que se sentó en el jardín y comenzó a ladrar al ritmo de una melodía que él mismo inventaba.
- ¡Guau! ¡Guau! ¡Mira cómo salgo a jugar!
- ¡Guau! ¡Guau! ¡Soy Tobi y voy a ladrar!
Esa fue la primera estrofa. Tobi deseaba que todos los animales del vecindario vinieran a escuchar su canción. Así que corrió a invitar a sus amigos: Max el gato, Lola la conejita, y Pipo el loro.
- ¡Chicos, chicos! ¡Voy a hacer una serenata!
- ¿Una serenata? ¡Qué divertido! - respondió Max, estirándose y buscando una buena sombra.
- ¡Sí! Vení, hay que animarlo juntos. - dijo Lola, saltando de emoción.
- ¡A la gente le va a encantar! - gritó Pipo, revoloteando alrededor de Tobi.
Todos se reunieron en el jardín. Tobi empezó a ladrar su canción, mientras sus amigos lo acompañaban con sonidos especiales. Pipo repetía algunas palabras, Max hacía miau con ritmo, y Lola daba saltitos que hacían eco.
La serenata atrajo la atención de varios vecinos. Los niños empezaron a llegar, se sentaron en el césped y aplaudieron.
- ¡Qué lindo Tobi! - gritó una niña. - ¡Cántanos otra!
- ¡Sí, Tobi! - añadiendo juguetonamente un par de niños. Entonces Tobi decidió improvisar una nueva estrofa.
- ¡Guau! ¡Guau! ¡Jugar y correr es lo mejor!
- ¡Guau! ¡Guau! ¡Con mis amigos tengo mucho amor!
Pero justo en ese momento, algo inesperado ocurrió. Un pequeño niño que andaba en patineta se cayó y su patineta se descontroló. En un abrir y cerrar de ojos, se dirigía directo hacia un grupo de niños que estaba escuchando la serenata.
Tobi, al ver el peligro, no lo pensó dos veces.
- ¡Voy a ayudar! - ladró con valentía, saltando de un lado a otro para llamar la atención del niño.
Con agilidad, Corrió hacia el grupo de niños y pasó entre ellos justo antes de que la patineta llegara. El niño la pudo detener y, asustado, giró hacia donde Tobi estaba.
- ¡Gracias, Tobi! - le dijo el niño, todavía temblando.
- ¡Eres un héroe! - exclamó otro niño.
Y aunque el incidente había interrumpido su serenata, Tobi se sintió orgulloso. No solo era un perro juguetón que hacía feliz a los demás, sino que también podía ser valiente. Sintiéndose inspirado, decidió que continuaría su canción.
- ¡Chicos, vamos a seguir! - ladró animado. - Un perro siempre debe ayudar, y así todos podemos jugar.
Todos se unieron a Tobi en su melodiosa serenata y con los aplausos resonando en el parque, los corazones de todos se llenaron de alegría y amor. Desde ese día, Tobi no solo fue conocido como el perro juguetón del vecindario, sino también como el perrito valiente que cuidaba a sus amigos.
Y así, Tobi y sus amigos disfrutaron de muchas más tardes de juegos, alegrías y serenatas. En cada aventura, Tobi recordaba siempre que ser juguetón era excelente, pero ayudar y cuidar de los demás lo hacía aún mejor.
FIN.