La Serpiente Melódica



Era un día soleado en el bosque. Las hojas brillaban como esmeraldas y los pájaros cantaban alegres melodías. En un rincón del bosque, una serpiente llamada Selina se deslizaba sobre la hierba, disfrutando del calor del sol en su piel. Selina era curiosa e ingeniosa, siempre en busca de nuevas aventuras.

Mientras avanzaba, se encontró con algo extraño: unos auriculares que parecían haber sido olvidados por alguien.

- ¿Qué será esto? - se preguntó Selina, acercándose cautelosamente.

Los auriculares eran de un color vibrante y tenían un brillo especial que los hacía resaltar sobre el suelo. Selina los inspeccionó de cerca y, al escuchar un suave sonido que provenía de ellos, su corazón se llenó de curiosidad.

- ¡Me encantaría escuchar lo que hay dentro! - exclamó, haciendo un pequeño movimiento con su cola.

Con mucha pericia, Selina logró colocar los auriculares en sus orejas (aunque no tenía orejas, los ajustó sobre su cabeza). Al encender la música, una melodía hermosa comenzó a sonar. Era alegre y llena de ritmo.

- ¡Esto es increíble! - dijo Selina, moviendo su cuerpo al ritmo de la música. - Nunca había sentido algo así.

En ese momento, se acercaron sus amigos: Tito el tucán y Mía la mariposa.

- ¿Qué estás haciendo, Selina? - preguntó Tito, volando por encima de ella.

- Estoy escuchando música. ¿Quieren probar? - invitó Selina, iluminada por la felicidad que la música le traía.

Ambos amigos se acercaron y, al escuchar la melodía, se unieron a ella, moviéndose al ritmo de la música. El bosque se llenó de risas y baile. Sin embargo, cuando la música pareció detenerse, Selina frunció el ceño.

- Esperen... ¿por qué paró? - inquirió, mirándolos con preocupación.

Mía, que siempre tenía una solución, pensó un momento.

- Tal vez deberíamos averiguar cómo funciona. Tal vez necesita que alguien lo encienda de nuevo. - sugirió, con sus alas brillando al sol.

Selina volvió a tocar el botón y, tras algunos intentos, la música volvió a sonar. Sin embargo, también emergieron unas voces extrañas que empezaron a hablar. Era un potente sonido que, aunque no era música, contenía palabras.

- ¿Qué es esto? - preguntó Tito, angustiado. - No suena como antes.

Y mientras ellos intentaban entender lo que estaban escuchando, Selina se dio cuenta de que las palabras que resonaban estaban llenas de mensajes importantes: sobre la amistad, la naturaleza y cuidarse los unos a los otros.

- ¡Escuchen! - exclamó Selina emocionada. - Habla sobre cómo debemos proteger nuestro bosque y ayudar a los demás. Esto es tan valioso como la música.

Su corazón se llenó de ideas. Decidieron que, en lugar de solo bailar y disfrutar de la música, debían hacer algo con lo que habían aprendido.

- Vamos a realizar una campaña de limpieza del bosque - propuso Mía. - Así, cuidaremos nuestro hogar y compartiremos lo que aprendimos con todos.

Los tres amigos se pusieron manos a la obra. Llamaron a otros animales del bosque: los ciervos, las ranas, e incluso a las abejas. Todos juntos, recogieron basura, plantaron flores e hicieron carteles para educar a otros sobre la importancia de cuidar el entorno.

Al final del día, con el cielo teñido de naranja y violetas, Selina miró a sus amigos.

- Nunca creí que un par de auriculares pudieran enseñarme tanto. - dijo, con una sonrisa amplia. - La música puede ser maravillosa, pero el verdadero regalo es lo que podemos hacer juntos.

Desde ese día, Selina, Tito y Mía no solo disfrutaron de la música, sino que aprendieron a hacer su parte para proteger la belleza del bosque. Y cada vez que repasaban esos enseñanzas, sonreían al recordar cómo un simple objeto había cambiado sus vidas.

Y así, en el bosque siempre se escuchaba música, pero también había risas y armonía entre todos sus habitantes, unidos bajo un mismo propósito.

¡Fin!

FIN.

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