La serpiente que nunca cambiaba de piel
Había una vez, en un colorido bosque lleno de animales felices, una serpiente llamada Sombra. Sombra era especial porque, a diferencia de sus amigas serpientes, nunca cambiaba de piel. Sus escamas eran de un brillante verde esmeralda, pero siempre eran las mismas.
Todos los días, Sombra se deslizaba entre los árboles y las flores, pero a menudo escuchaba a los demás animales hablar sobre lo mucho que disfrutaban cuando cambiaban de piel, alardeando de sus colores frescos y relucientes. Sombra se sentía un poco triste porque nunca podría experimentar esa emoción.
- “¿Por qué no habré podido cambiar como los demás? ” - se preguntaba Sombra mientras miraba su reflejo en un charco.
Un día, mientras Sombra descansaba al sol, se acercó un viejo búho sabio llamado Don Ramón.
- “¿Qué te pasa, pequeña serpiente? ” - le preguntó Don Ramón al notar su tristeza.
- “No puedo cambiar mi piel como mis amigas. Me siento diferente y un poco sola,” - respondió Sombra con un suspiro.
- “Pero, querida Sombra, cada uno somos únicos. Tu piel es hermosa tal como es. La belleza está en lo que somos y no en lo que mostramos.
FIN.