La serpiente y el lobo



Había una vez en un bosque lleno de colores vibrantes, una serpiente llamada Liliana. Aunque era hermosa y tenía escamas brillantes, había un pequeño problema: ¡era muy envidiosa! Siempre que veía a alguien comprarse algo nuevo, ¡ella también quería lo mismo!

Un día, el lobo llamado Lucas decidió ir a la tienda del bosque. Lucas era conocido por ser muy amable y generoso. Al llegar a la tienda, se compró una increíble remera de color verde que brillaba bajo el sol. Liliana, que estaba escondida detrás de un arbusto, lo vio y su corazón comenzó a palpitar de envidia.

"¿Por qué él tiene una remera tan linda? Yo quiero una igual!" - murmuró la serpiente.

Con la idea fija en su cabeza, Liliana decidió que tenía que conseguir una remera verde como la de Lucas. Fue a la tienda, hizo su compra, pero no le quedaba igual de bien.

"¡Esta remera no brilla como la de Lucas!" - se quejó. "¡Necesito una nueva!"

Así que nuevamente fue a la tienda, se compró una remera verde más brillante. Sin embargo, cuando salió, se encontró con Lucas otra vez.

"¡Hola, Liliana! ¡Está genial tu remera!" - le dijo el lobo sonriendo.

Liliana, aunque un poco incómoda por su envidia, no pudo evitar sonreír.

"Gracias, Lucas. Pero... no brilla tanto como la tuya. ¿Te gustaría que me la mostraras?"

Lucas, al notar la envidia en la voz de Liliana, decidió darle una pequeña lección.

"Claro, pero ¿por qué no te la pruebo antes? A veces, lo que parece mejor no siempre lo es"

Liliana se quedó quieta, pensando que tal vez estaba siendo demasiado dura consigo misma. Pero al mismo tiempo, no podía dejar de sentir envidia. Así que lo retó:

"¡Veamos quién tiene la remera más brillante en la próxima fiesta del bosque!"

Lucas sonrió y aceptó el reto. A medida que se acercaba la fiesta, Liliana pasaba horas buscando adornos para hacer su remera más brillante. Sin embargo, cada vez que algo le salía mal, se sentía más frustrada.

El día de la fiesta llegó, y mientras todos disfrutaban, Liliana se sentía cada vez más insatisfecha con su remera.

Cuando llegó el momento de mostrar sus ropas, Liliana se puso frente a todos.

"¡Miren mi remera!" - dijo, pero al ver la de Lucas, sintió que su corazón se hundía. La remera de Lucas era simple, pero reflejaba su personalidad: él brillaba con su bondad, lo que hacía su remera aún más linda.

"¿Sabés qué, Liliana? La remera más bonita no siempre es la más brillante, sino la que está llena de buenas intenciones y momentos compartidos" - dijo Lucas, guiñándole un ojo.

Liliana se sintió un poco sorprendida.

"¿Entonces crees que no importa si mi remera es brillante?"

"Claro. Lo importante es lo que llevamos en nuestro corazón y cómo tratamos a los demás" - respondió Lucas con ternura.

Liliana se dio cuenta de que había estado tan enfocada en la apariencia que se había olvidado del verdadero sentido de amistad y de vivir en el momento. Desde ese día, decidió ser más feliz con lo que tenía y valorar las pequeñas cosas en lugar de centrarse en lo que los demás poseían. Aunque seguía admirando la remera verde de Lucas, ya no sentía envidia.

La fiesta continuó y a partir de ese día, Liliana y Lucas se volvieron grandes amigos, compartiendo risas y aprendiendo que no siempre hay que competir, sino disfrutar de la amistad y de cada momento juntos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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