la siembra de árboles y los animales felices
En una bulliciosa ciudad, existía una escuela rodeada de concreto y edificios altos. Los niños de la escuela estaban tristes al ver que no tenían un lugar para jugar al aire libre. Un día, la maestra les contó sobre la importancia de las plantas y los árboles para el planeta. Los ojos de los niños brillaron de emoción al escuchar sobre la posibilidad de sembrar árboles en su escuela.
- ¿Cómo podríamos hacerlo en medio de tanta ciudad? - preguntó Ana, una de las niñas más curiosas de la clase.
- Podríamos pedir ayuda a la comunidad y buscar un lugar donde plantarlos - sugirió Tomás, un niño muy activo.
Los niños se organizaron y comenzaron a buscar un terreno para sembrar árboles. Después de tanto buscar, encontraron un pequeño espacio en el parque cercano a la escuela. Con ayuda de la comunidad y la dirección de la escuela, lograron plantar varios árboles. Los niños observaron día a día cómo crecían y llenaban de vida aquel espacio. Un año después, una gran sorpresa aguardaba a los niños: los árboles habían atraído diversos animales.
- ¡Miren, hay mariposas, pájaros y hasta una pequeña ardilla! - exclamó Juan emocionado.
La presencia de estos animales felices alegró los corazones de los niños. Los patios de la escuela se llenaron de risas y juegos al aire libre, y la tristeza que antes habitaba en aquel lugar desapareció por completo. Los niños aprendieron no solo sobre la importancia de plantar árboles, sino también sobre la creación de hábitats para los animales. La escuela, ahora llena de vida, se convirtió en un ejemplo para otras instituciones de la ciudad. Los niños comprendieron que, a pesar de vivir en una gran urbe, podían contribuir a cuidar y embellecer su entorno. Desde entonces, cada año, celebraban la siembra de nuevos árboles y la llegada de más animales felices. Y así, la escuela urbana se transformó en un oasis de naturaleza y alegría en medio de la ciudad.
FIN.