La Siesta Mágica de Julia



Había una vez una nena llamada Julia, a la que le encantaba dormir la siesta. Cada día, después del almuerzo, su mamá la llevaba a su habitación, le contaba una historia y le decía que era hora de descansar. Pero Julia, con su gran imaginación, no quería dejar el mundo de los sueños.

Una tarde, mientras los rayos del sol entraban por la ventana, Julia se acomodó en su cama, cerró los ojos y susurró:

"No quiero despertar nunca más. Este mundo de sueños es mucho más divertido".

Y en un instante, ¡magia! Julia se encontró en un bosque encantado, lleno de árboles altos, flores de todos los colores y criaturas increíbles. Un pájaro de plumas brillantes se acercó a ella y le dijo:

"Hola, Julia. Bienvenida al Reino de los Sueños. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras".

Julia sonrió y comenzó a explorar. Conoció a un conejo que hablaba, que le mostró un lago donde los peces bailaban y las ranas cantaban. Después, encontró un claro donde una familia de ciervos organizaba una fiesta.

"¡Julia, ven a bailar con nosotros!" - chirrió una ardilla que llevaba un pequeño gorro.

Julia se unió a la diversión, disfrutando de juegos y bailes. Pero, mientras más tiempo pasaba en el bosque, comenzó a notar que todos sus nuevos amigos parecían un poco tristes.

"¿Por qué están tan tristes?" - preguntó Julia, preocupada.

El pájaro de plumas brillantes se acercó de nuevo y respondió:

"Aunque el Reino de los Sueños es hermoso, nuestros amigos también quieren jugar con los niños del mundo real. Pero ellos solo pueden hacerlo mientras los niños duermen. Cuando no despiertan, se quedan atrapados aquí".

Julia se quedó pensando y sintió que su corazón se llenaba de tristeza por sus amigos del bosque. Quería seguir disfrutando, pero también quería que ellos pudieran jugar con ella. Así que tomó una decisión:

"Creo que es hora de regresar. Deben ser libres para jugar con otros niños".

El pájaro sonrió con gratitud:

"Eres muy valiente, Julia. Nos encantaría que regreses y nos cuentes al mundo real sobre nosotros".

Julia se despidió de sus amigos y, con un parpadeo, se vio de vuelta en su habitación. La tarde había pasado y su mamá la estaba esperando, sonriendo.

"¡Hola, dormilona!" - dijo su mamá. "¿Te divertiste en tus sueños?".

"Sí, mucho, pero aprendí que debo despertar para jugar con mis amigos de la vida real" - respondió Julia emocionada.

Desde aquel día, Julia nunca volvió a quejarse por despertarse de su siesta, porque sabía que al mundo real lo esperaban aventuras tan mágicas como las que vivió en su sueño. También descubrió cuán importante era compartir su tiempo con sus amigos y familia, ya que a veces la magia de la vida diaria es aún más valiosa.

Y así, Julia siguió disfrutando de sus siestas, pero ahora siempre volvía a casa lista para compartir nuevas historias y juegos con todos.

FIN.

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