La silla de Miriele
En un pequeño pueblo, había una niña llamada Miriele que tenía una silla muy especial. Esa silla no era una silla común; era una silla mágica que podía hablar y hacer que los sueños se volvieran realidad. Cada vez que Miriele se sentaba en ella, podía visitar lugares fantásticos donde la imaginación no tenía límites.
Un día soleado, mientras los pájaros cantaban, Miriele decidió probar su silla.
"Silla mágica, llévame a un lugar de aventuras", pidió con entusiasmo.
De inmediato, la silla brilló con colores vibrantes y, junto a un suave resplandor, comenzaron a viajar por el aire. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en un bosque lleno de criaturas fantásticas. Había hadas danzando en el aire y duendes que jugaban entre los árboles.
"¡Wow! Este lugar es increíble!", exclamó Miriele.
"Bienvenida, Miriele. Yo soy Lumina, la reina de las hadas. Tu silla mágica nos ha traído aquí", dijo una pequeña hada con alas brillantes.
"¿Qué aventuras hay aquí, Lumina?", preguntó Miriele con curiosidad.
"Hoy es el Día del Gran Festival del Bosque, donde todos en el bosque se reúnen a celebrar. Pero, necesitamos tu ayuda. Un duende llamado Timo ha perdido su sombrero de fiesta y sin él no puede bailar", explicó Lumina.
Miriele sintió que su corazón latía rápido ante la idea de ayudar a alguien.
"¡Yo te ayudaré a encontrar el sombrero!", respondió firmemente.
Lumina condujo a Miriele y a algunos de sus nuevos amigos por el bosque. Juntos, preguntaron a los animales del lugar sobre el sombrero de Timo, pero nadie parecía haberlo visto. Luego, decidieron buscarlo en el lago encantado. Al llegar, se encontraron con Timo, quien lucía muy triste.
"¡Oh, Timo! ¡No te preocupes, estamos aquí para ayudarte!", dijo Miriele.
"He buscado por todas partes y no sé dónde puede estar mi sombrero. Sin él, no puedo bailar como los demás", suspiró Timo.
Miriele pensó en una idea brillante.
"¿Qué tal si hacemos un concurso de baile y el duende que lo gane trae un sombrero nuevo para ti?", sugirió.
Timo se iluminó con esa idea. Todos en el bosque empezaron a prepararse para el concurso de baile. Cuando llegó el momento, había una gran multitud de criaturas animando a los bailarines. La música sonaba, y la energía era contagiosa. Miriele se unió también, a pesar de que nunca había bailado en público.
Cuando el concurso terminó, un pequeño ratón llamado Pipo ganó con un impresionante salto mortal.
"Felicitaciones, Pipo. Ahora, ¿dónde podemos conseguir un sombrero nuevo para Timo?", preguntó Lumina.
"Yo tengo un sombrero nuevo que le puedo prestar!", dijo Pipo emocionado.
Timo tomó el sombrero que Pipo le ofreció y, al ponérselo, se sintió como nuevo.
"¡Gracias a todos! Sin su ayuda, no sé qué habría hecho. Ahora puedo bailar en el Festival", dijo Timo con una sonrisa brillante.
Con el sombrero en su cabeza, Timo se unió al baile. Miriele sintió una gran alegría por haber podido ayudar. Al final de la fiesta, Lumina se acercó a ella.
"Has demostrado que la verdadera magia está en el deseo de ayudar a los demás. ¿Te gustaría regresar a tu casa?", preguntó la reina de las hadas.
"Sí, pero me gustaría volver a visitarles", respondió Miriele.
"Puedes hacerlo siempre que quieras. Tu silla siempre te traerá de vuelta", dijo Lumina mientras la silla empezaba a brillar nuevamente.
Así, en un parpadeo, Miriele se encontraba de vuelta en su habitación, sonriendo al recordar su aventura y pensando en todas las cosas maravillosas que había vivido. Desde ese día, Miriele supo que la magia era real y que un corazón dispuesto a ayudar podía hacer del mundo un lugar mejor.
"Solo necesito estandarizar un poco mi magia", se dijo a sí misma, sentándose nuevamente en su silla.
Cada vez que usaba su silla mágica, Miriele aprendía algo nuevo y hacía muchos amigos, todos esperando su próxima aventura en el mágico bosque.
FIN.