La sinceridad de Pinocho
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Pinocho que tenía una peculiar característica: cada vez que decía la verdad, su nariz crecía más y más.
Esto no era algo común en el resto de los niños, por lo que Pinocho se sentía diferente y a veces avergonzado. Un día, Pinocho estaba jugando en el parque con sus amigos cuando uno de ellos le preguntó si le gustaba su nuevo peinado.
Pinocho, sin pensarlo dos veces, respondió sinceramente:"-La verdad es que no me gusta mucho tu peinado. "Y como era de esperarse, su nariz comenzó a crecer lentamente hasta alcanzar un tamaño considerable. Sus amigos se sorprendieron y comenzaron a reírse de él.
Pinocho se sintió mal por haber lastimado los sentimientos de su amigo y decidió alejarse para evitar seguir lastimando a las personas con sus comentarios sinceros.
Mientras caminaba triste por el pueblo, se encontró con un hada madrina que notó su tristeza y le preguntó qué le pasaba. Pinocho, sabiendo las consecuencias de decir la verdad, decidió mentir:"-No me pasa nada, todo está bien.
"Pero para su sorpresa, en lugar de castigarlo por mentir, el hada sonrió y le dijo:"-No tienes por qué mentirme, querido Pinocho. Sé que tu nariz crece cuando dices la verdad. Pero recuerda que es importante ser honesto siempre. "Estas palabras resonaron en la mente de Pinocho mientras reflexionaba sobre sus acciones.
Decidió enfrentar sus miedos y regresar al parque para disculparse con su amigo por haber sido tan brusco con sus palabras. Cuando llegó al parque, vio a su amigo solo y triste.
Se acercó a él y sinceramente le dijo:"-Perdón por haberte lastimado con mi comentario antes. Debería haberte dicho las cosas con más cuidado. "Para sorpresa de Pinocho, en lugar de reírse o enfadarse, su amigo lo abrazó y le agradeció por ser honesto con él.
En ese momento mágico, la nariz de Pinocho empezó a enagarrarse poco a poco hasta volver a su tamaño normal. Desde ese día en adelante, Pinocho aprendió la importancia de ser sincero pero también empático al expresar sus opiniones.
Descubrió que la verdad dicha con amor siempre es bien recibida y que no hay razón para temerle a ser auténtico consigo mismo y con los demás.
Y así vivieron felices todos los días siguientes en el pueblo argentino donde la honestidad era valorada sobre todas las cosas.
FIN.