La Sinfonía de Luna
Había una vez, en un pequeño barrio de Argentina, una niña llamada Luna que amaba la música. Desde muy chiquita, pasaba horas escuchando a su papá tocar la guitarra y a su mamá cantar. La melodía de su casa era un verdadero festival de sonidos.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Luna sintió que algo no andaba bien. No podía escuchar el canto de los pájaros ni las risas de sus amigos. Preocupada, su mamá la llevó al doctor, pero después de muchos exámenes, el diagnóstico fue claro: la pequeña había perdido la audición en un oído.
- “No te preocupes, mi amor, seguiremos disfrutando de la música”, le dijo su mamá con una sonrisa forzada.
Sin embargo, las semanas siguientes fueron complicadas para Luna. Se sentía diferente y un poco sola. La música que adoraba parecía ahora un poco más lejana. Un día, mientras estaba en su habitación, escuchó una melodía suave proveniente de su ventana. Al asomarse, vio a un grupo de chicos tocando instrumentos y cantando.
- “¡Qué lindo suena eso! ”, pensó Luna. Pero, al escuchar con atención, se dio cuenta de que solo podía escuchar bien con su oído bueno. Sin embargo, esa melodía despertó algo en ella.
Con el tiempo, Luna comenzó a aceptar su nueva realidad. "Tal vez no puedo escuchar igual que antes, pero eso no significa que no pueda disfrutar de la música", se dijo. Así que decidió aprender a tocar el piano.
Un día, mientras estaba tocando una melodía en su piano, su mamá entró en la habitación.
- “¡Qué hermosa suena esa canción, Luna! Creo que tienes un gran talento.”
- “Gracias, mamá. Quiero hacer música que todo el mundo pueda sentir, incluso si no la escuchan completamente.”
A medida que pasaban los años, Luna se dedicó a estudiar diferentes instrumentos y descubrió que tenía un don especial para mezclar sonidos. Le encantaba crear nuevas melodías combinando lo que aprendía con el piano, la guitarra y algunos sintetizadores. Siempre decía:
- “La música no solo se escucha, también se siente.”
Finalmente, Luna decidió que quería ser DJ. Se unió a un grupo de jóvenes artistas en el barrio que organizaban fiestas y eventos.
- “¿Podés tocar en la próxima fiesta? ”, le preguntó uno de sus nuevos amigos, Tomás.
- “¡Sí! ”, respondió entusiasmada. “Quiero hacer vibrar a todos con mi música.”
La noche del evento llegó y los nervios la invadieron. Luna dio un último repaso a sus mezclas y, al subir al escenario, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Se asomó al público y vio a todos esperando con sonrisas. Sin dudarlo, comenzó a tocar. Las luces parpadeaban y el ritmo de la música llenaba el aire.
Mientras mezclaba los sonidos, Luna se dio cuenta de que podía sentir la vibración de la música en su pecho y en sus pies. Esa conexión la hizo olvidar momentáneamente los desafíos. La pista de baile se llenó de gente, y todos comenzaron a moverse al ritmo de sus melodías.
Después de su presentación, un chico del público se acercó.
- “¡Eras increíble! No puedo creer lo que hiciste, incluso con un solo oído.”
- “No importa cuánto pueda escuchar, lo que importa es cómo se siente la música”, respondió Luna con una sonrisa firme.
A partir de esa noche, Luna siguió creciendo como DJ, llevando su mensaje de que no importa cuántas dificultades enfrentes, siempre puedes encontrar la manera de convertirte en quien quieres ser. Sus actuaciones se volvieron populares, y ella siempre decía:
- “La música es un idioma que todos podemos hablar, y yo elegí que sea mi voz.”
Y así, Luna se convirtió en una inspiración para muchos, demostrando que, sin importar las adversidades, los sueños pueden transformarse en realidad si uno está dispuesto a trabajar por ellos. Con su música, no solo hacía bailar a la gente, sino que les mostraba que la verdadera melodía está en sentir la vida con el corazón. Fin.
FIN.