La Sirena, el Dragón y el Tesoro del Mar
En una hermosa playa de aguas cristalinas, vivía una intrépida sirena llamada Marina. Siempre pasaba sus días explorando los arrecifes y jugando con los pececitos. Un día, mientras nadaba cerca de una roca, Marina descubrió un antiguo mapa del tesoro escondido en una botella.
"¡Mirá lo que encontré!" - exclamó, mostrándoselo a su mejor amigo, un dragón llamado Drago, que vivía en una cueva cercana.
"¡Wow! Esto es increíble, Marina. ¿Qué dice?" - preguntó Drago, con sus ojos verde esmeralda llenos de curiosidad.
Marina desenrolló el mapa y vio que el tesoro estaba marcado en una isla lejana, rodeada de peligrosos arrecifes y criaturas marinas.
"Vamos a buscarlo, Drago. Sería una gran aventura, y podríamos compartir el tesoro con todos nuestros amigos."
"¡Sí! Pero, ¿cómo llegamos hasta allí?" - contestó el dragón, un poco nervioso.
Marina sonrió y dijo:
"Podemos volar y nadar juntos. Tu vuelo es perfecto para sortear los peligros, y yo conozco cada rincón de estas aguas."
Así que prepararon su viaje, llenando una mochila con provisiones y un par de almohadas para hacer que el largo viaje fuera más cómodo. Salieron al amanecer, y el cielo se llenó de colores vibrantes mientras Drago alzaba el vuelo con Marina en su lomito.
Al poco tiempo, llegaron a la isla y se encontraron con el primer obstáculo: un grupo de medusas que custodiaban el tesoro.
"¡Oh no! No podemos pasar sin ser picados." - dijo Marina, sintiéndose un poco asustada.
Drago pensó por un momento y dijo:
"Tal vez podamos distraerlas. Yo puedo volar alto y hacer que me sigan, y tú puedes nadar rápidamente para llegar al otro lado. Te prometo que no me perderé de vista."
"¡Esa es una gran idea!" - sonrió Marina. Y así lo hicieron: Drago voló alto, y las medusas, curiosas, lo siguieron. Marina nadó rápidamente hacia el otro lado, y cruzó las aguas sin problemas.
Cuando se reunieron de nuevo, celebraron su triunfo y continuaron buscando el tesoro. Más adelante, encontraron una cueva oscura, donde el mapa indicaba que debería estar el cofre.
"Me da un poco de miedo entrar, Marina." - admitió Drago, moviendo su cola nerviosamente.
"No hay nada que temer si estamos juntos. Además, tal vez haya más aventuras esperándonos adentro. ¡Vamos!" - dijo Marina, dándole un pequeño empujón optimista.
Entraron a la cueva y lo que encontraron fue una maravilla. Brillantes cristales iluminaban sus caminos y parecía un mundo nuevo. Sin embargo, al fondo, vieron que un pez gigante estaba custodiando el tesoro.
"¿Y ahora?" - preguntó Drago, asustado.
Marina miró al pez gigante, que no se veía agresivo, y decidió hablarle.
"Hola, gran pez. Somos amigos del mar y venimos a buscar un tesoro. Pero no queremos pelear. Solo queremos compartirlo con quienes necesiten un poco de alegría. Así que, con tu permiso, ¿podríamos llevarnos un poco?"
El pez, sorprendido por la valentía y amabilidad de Marina, respondió:
"Agradezco tu respeto. He custodiado este tesoro durante años, pero siempre me he sentido solo. Si lo que desean es compartirlo, entonces yo también me gustaría ser parte de esa alegría."
Marina y Drago sonrieron de oreja a oreja.
"¡Claro! Invitaremos a todos. Este tesoro será para una gran fiesta en la playa."
Y así, sacaron un cofre lleno de perlas, monedas de oro y joyas brillantes. Regresaron felices a su hogar, compartiendo con amigos y familiares el festín que habían preparado.
Desde aquel día, Marina, Drago, y su nuevo amigo, el pez gigante, organizaron una fiesta cada año, donde la diversión y la amistad eran el verdadero tesoro del mar. Siempre recordaron que lo más valioso no estaba en lo material, sino en los lazos que se forjaban entre ellos y el compartir con otros.
Y así, la playa se llenó de risas, juegos, y colores, recordando a todos que la verdadera aventura es aquella que se vive rodeado de amigos y con el corazón abierto.
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FIN.