La Sirena Oculta
Había una vez, en un hermoso mar azul, una chica llamada Marina que era una sirena. Su cabello era de un color verde esmeralda y su cola brillaba con tonos plateados. Aunque era una hermosa sirena, Marina tenía un gran secreto: siempre se escondía de los humanos porque temía ser rechazada por su apariencia.
Un día soleado, mientras nadaba cerca de la costa, escuchó el sonido de una guitarra. Intrigada, siguió la melodía hasta llegar a una pequeña playa. Allí, encontró a un joven marinero llamado Tomás, sentado en rocks, tocando su guitarra con una gran sonrisa.
Marina, desde el agua, observaba con curiosidad. No podía resistir la música, que la llenaba de alegría.
- ¡Qué hermosa melodía! - susurró para sí misma.
Tomás, escuchando el susurro del viento, miró hacia el mar y vio un destello brillante.
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? - preguntó, un poco sorprendido.
Marina, aterrorizada de ser descubierta, se escondió tras una roca.
Pasaron los días y Tomás volvía a la misma playa, tocando su guitarra, pero esta vez, Marina no podía resistir más el deseo de escuchar su música. Un día, se armó de valor y decidió asomarse un poco más, pero un golpe de una ola la asustó y, sin querer, hizo ruido.
- ¡Oh! ¡Hola! - exclamó Tomás con asombro, viendo a Marina asomarse.
Marina, sintiéndose expuesta y vulnerable, se sintió avergonzada.
- ¡No! ¡No te acerques! Soy... soy una sirena y no deberías estar aquí - dijo con voz temblorosa.
Tomás, lejos de asustarse, sonrió con alegría.
- ¡Una sirena! ¡Nunca había visto una! Para mí, eres hermosa. No debes esconderte - le respondió él entusiasmado.
Marina se sorprendió.
- ¿De verdad? - preguntó, con esperanza en su voz.
Tomás se acercó a la orilla.
- Sí. Todos tienen derecho a ser diferentes. La belleza está en la diversidad. ¿Por qué te escondés? -
Marina se sintió aliviada. Al contarle su historia, comenzó a formar un vínculo especial con Tomás.
- Siempre he tenido miedo de que me juzguen. No quiero asustar a nadie - explicó Marina.
Tomás pensó un momento y dijo:
- A veces, lo desconocido puede parecer aterrador. Pero si eres tú misma y compartís tu hermosa música con el mundo, quizás encuentres nuevos amigos.
Motivada por sus palabras, Marina decidió que haría un concierto en la playa al caer la tarde. Tomás prometió ayudarla a organizarlo. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaban.
Unos días antes del concierto, una tormenta inminente se formó en el horizonte.
- No puedo dejar que el mal tiempo arruine nuestro gran día - dijo Marina, que estaba decidida a seguir adelante.
Tomás, preocupado, le sugirió:
- Quizás podamos cambiar la fecha. La seguridad es lo primero.
- No, Tomás. Quiero demostrarles que soy más que un mito. ¡Quiero que vengan todos a mi fiesta! - exclamó Marina.
Finalmente, la noche del concierto llegó. A pesar del viento, muchas personas se acercaron a la playa, curiosas por la historia de la sirena. Tomás, desde la orilla, la animaba y la apoyaba.
- ¡No estás sola, Marina! ¡Sé valiente!
Cuando Marina comenzó a cantar, el sonido de su voz flotó sobre las olas, mientras la lluvia empezaba a caer. Las personas, en lugar de huir, se quedaron fascinadas.
Los aplausos resonaron, y sumados al tamborileo de la lluvia, crearon una hermosa melodía. Marina sonreía mientras cantaba su corazón.
Al terminar, la multitud estalló en aplausos. Un niño se acercó y le dijo:
- ¡Eres increíble! Nunca había visto a una sirena.
Marina, con lágrimas de felicidad, sintió que finalmente había encontrado su lugar en el mundo.
- Gracias. No todos son justos al juzgar, y todos merecemos ser aceptados - dijo agradecida.
Desde entonces, Marina no se escondió más. Con la ayuda de Tomás, ella aprendió a ser valiente y mostrar al mundo que las diferencias son algo que se deben celebrar. Juntos, crearon una verdadera amistad basada en la aceptación y el amor por la música.
Y así, cada vez que el sol se ponía sobre la tranquilidad del mar, llevaban risas y melodías a la playa, recordando que la verdadera belleza es ser uno mismo, sin importar cuán diferentes seamos.
FIN.