La Sirena y el Valle de las Estrellas



En un hermoso rincón del océano, vivía una sirena llamada Lila. Lila era diferente a las demás sirenas; mientras que sus amigas estaban contentas jugando en el agua, a ella le fascinaba observar las estrellas desde la superficie. Cada noche, se asomaba por la superficie del agua y admiraba su brillo.

Una noche, mientras miraba las estrellas, Lila escuchó un misterioso murmullo. "Ayuda, ayuda, por favor"- gritaba una voz del fondo del agua. Lila, valiente, se sumergió y encontró a un pequeño pez atrapado en una red.

"No te preocupes, te sacaré de aquí"- dijo Lila. Con su cola pudo liberar al pez que, al nadar lejos, le sonrió agradecido.

"Gracias, gentil sirena. Soy Tiko. Vive en el Valle de las Estrellas, un lugar mágico donde los sueños se hacen realidad. Debes venir a visitarnos"- le dijo emocionado. Lila nunca había oído hablar de ese lugar.

"Voy a ir. Pero, ¿cómo llego?"- preguntó Lila, llena de curiosidad.

Tiko le explicó que debía seguir el camino de la corriente, donde los peces de colores la guiarían. Así, Lila se despidió de sus amigas y emprendió su aventura. Con cada aleta que movía, más se emocionaba, y pronto, llegó a un claro entre los corales, donde el agua brillaba como si tuviera estrellas dentro.

"¡Bienvenida al Valle de las Estrellas!"- exclamaron los peces al unísono. A Lila le fascinó el lugar: había luces que danzaban y los seres marinos hacían música con sus cantos.

"Vengan, vamos a bailar"- propuso Tiko. Lila se unió a la diversión, pero de repente, una sombra oscura cubrió el valle. Era un pulpo gigante llamado Óscar.

"¿Quién ha osado entrar a mi hogar?"- rugió Óscar. Los peces, aterrados, se escondieron.

Lila, a pesar del miedo, nadó valientemente hacia él. "No quiero pelear, solo quiero compartir la alegría de este lugar"- dijo con firmeza.

"No me interesa la alegría. Solo quiero que se vayan"- gritó el pulpo, enojado.

"Pero Óscar, antes de ti también había alegría aquí. ¿Acaso no recuerdas cómo bailabas felizmente con nosotros?"- le recordó Lila, recordando lo que había escuchado.

Óscar, sorprendido, se quedó en silencio. "No... no lo recuerdo. He estado muy solo y enojado"- confesó.

"Tú también puedes ser parte de nuestra fiesta. Solo necesitas abrir tu corazón"- le dijo Lila.

Los ojos del pulpo comenzaron a brillar al recordar tiempos felices. "¿De verdad? Nunca pensé que podría"- respondió Óscar, con un tono de duda.

"Por supuesto. ¡Mira a tu alrededor! Todos quieren bailar contigo"- animó Lila.

Poco a poco, Óscar se unió a la fiesta. Lila enseñó a todos a bailar y a disfrutar. Al final de la noche, todos se sintieron felices juntos, incluso Óscar.

"Gracias, Lila. Has cambiado mi corazón"- dijo el pulpo, ya sin rencor. La fiesta siguió hasta que las primeras luces del amanecer comenzaron a brillar.

"Debo volver a casa"- dijo Lila con una sonrisa. Los peces y Óscar le desearon un buen regreso. Mientras nadaba de vuelta, se sintió alegre y satisfecha, no solo por el nuevo amigo que había hecho, sino por haber mostrado a todos la importancia de la amistad y de superar el miedo.

Desde ese día, Lila se convirtió en una leyenda en el océano, no solo por ser una sirena aventurera, sino por haber enseñado a un pulpo y a un valle entero que la verdadera alegría se comparte y que siempre hay un camino hacia la amistad.

Y así, Lila continuó explorando el océano, siempre lista para ayudar a quien lo necesitara, recordando que a veces, los deseos más pequeños pueden generar grandes cambios.

FIN.

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