La solución de Luna
La perra de raza dogo argentino se llamaba Luna y era una madre muy amorosa y protectora con su hijita llamada Sol.
Desde que nació Sol, Luna la cuidaba con mucho cariño y no permitía que nada malo le pasara. Un día, mientras paseaban por el parque, Sol vio a un niño comiendo un helado de pistacho y se le hizo agua la boca. "Mamá, ¿qué es eso que está comiendo ese niño?", preguntó curiosa.
Luna olfateó el aire y reconoció el aroma del helado. "Eso es un helado de pistacho, hijita", respondió Luna.
Desde ese momento en adelante, cada vez que iban al parque, Sol buscaba desesperadamente a alguien que estuviera comiendo un helado de pistacho para olerlo e intentar probarlo. Un día, mientras caminaban cerca del puesto de venta de helados del parque, Sol vio una caja llena de helados. ¡Y allí estaba! El tan ansiado helado de pistacho.
"Mamá, quiero un helado como ese", dijo Sol señalando la caja. Luna miró hacia donde apuntaba su hija y comprendió lo que quería. Pero sabía que los perros no podían comer dulces como los humanos porque les hacía daño al estómago.
Así que decidió buscar una solución creativa para satisfacer a su hija sin lastimarla. Después de pensar durante unos minutos, Luna tuvo una idea brillante: prepararía ella misma unos cubitos de hielo con sabor a pistacho para su hija.
Corrió hacia la tienda de mascotas y compró un molde para hacer cubitos de hielo en forma de hueso.
Cuando llegaron a casa, Luna llenó el molde con agua y agregó una pequeña cantidad del extracto de pistacho que había comprado en la tienda. Después lo puso en el congelador durante unas horas hasta que los cubos estuvieran completamente sólidos. "¡Mira hijita! Tenemos unos helados especiales para ti", dijo Luna emocionada al sacar los cubos del congelador.
Sol saltó de alegría cuando vio los cubitos de hielo con sabor a pistacho y comenzó a lamerlos felizmente. "¡Están riquísimos mamá! ¡Gracias!", exclamó Sol mientras lamía su último bocado.
Luna se sintió muy feliz al ver a su hija disfrutar su nuevo postre favorito sin poner en riesgo su salud. A partir de ese día, cada vez que iban al parque, llevaban sus propios helados caseros para compartir juntas.
Y así, Luna le enseñó a su hija Sol que siempre hay soluciones creativas para satisfacer nuestros deseos sin dañarnos ni lastimar a nadie más.
FIN.