La Sombra Curiosa
Era una noche tranquila en el barrio de Palermo. El pequeño Mateo se había acurrucado en su cama, después de que su papá le contara una historia emocional sobre un valiente caballero y su dragón amigo. Con los ojos cerrados, estaba por caer en los brazos de Morfeo, cuando, de repente, vio una silueta moverse entre las sombras de su habitación.
"¿Qué es eso?", pensó con un leve estremecimiento en su estómago. La figura era oscura, pero parecía tener forma humana. El pequeño se sentó en la cama y empezó a observarla.
"Hola, criatura de la sombra. ¿Quién sos?" - preguntó Mateo, con un tono de voz que sonaba más curiosa que miedosa.
La figura se acercó un poco más y, para sorpresa de Mateo, respondió.
"Soy Rocco, una sombra viajera. Vengo de un lugar muy lejano, donde las luces de las estrellas son los sueños de todos los que duermen."
Mateo se rascó la cabeza, confundido.
"Pero, ¿cómo podés viajar si sos una sombra?"
"Las sombras solo existen donde hay luz. Pero yo puedo ir a donde las luces brillan más intensamente, a los sueños de los niños como vos. A veces, mi trabajo es ayudar a que esos sueños se hagan realidad."
Mateo estaba fascinado.
"¿Podrías llevarme a esos sueños?" - preguntó emocionado.
Rocco hizo un gesto, y de repente, el cuarto de Mateo se llenó de una suave luz azulada.
"¡Agárrate fuerte! Vamos a un lugar donde todos los sueños son posibles..."
Mateo tomó la mano de Rocco y, en un chasquido de dedos, ambos desaparecieron de la habitación.
Arribaron a un mundo donde las estrellas parecían cercanas. Todo brillaba, los árboles eran de colores vibrantes y donde los animales podían hablar.
"Ves, Mateo, aquí es donde todos pueden realizar sus sueños. ¿Cuál es el tuyo?"
Mateo pensó un momento.
"Quiero conocer a un dragón, como el de la historia que me contó papá."
"¡Perfecto! Seguíme, tengo justo a la criatura que buscás. Pero antes de eso, recordá: lo que más importa no es solo conocer, sino también aprender de quienes están a tu alrededor."
Rocco guió a Mateo a un lago cristalino donde, en la orilla, había un dragón azul brillante con grandes ojos amables.
"Hola, pequeño amigo," - dijo el dragón "¿Por qué querés conocerme?"
Mateo, emocionado, contestó:
"¡Porque en la historia que escuché, un dragón era muy valiente! Quiero ser valiente como él."
"La valentía no se trata solo de enfrentar dragones, Mateo. Se trata de ser amable y ayudar a los demás. ¿Te gustaría enseñarme algo sobre valentía?"
Mateo, sorprendido, asintió con la cabeza. Juntos, el dragón y Mateo ayudaron a varios animales que necesitaban un poco de apoyo: un pajarito que había perdido su hogar, una tortuga que necesitaba ayuda para cruzar el camino, y hasta un conejito al que se le había perdido su juguete favorito.
"Cada acto de bondad requiere valentía," - le dijo Rocco mientras observaban lo que habían logrado.
Después de un día lleno de aventuras y enseñanzas, Mateo comenzó a sentir que su cama lo llamaba nuevamente.
"¿Puedo volver a venir a este lugar?" - preguntó ansioso.
"Claro, siempre que recuerdes lo que aprendiste hoy. La verdadera valentía se encuentra en tu corazón, en cada acción amable que hagas."
Con otra chispita de luz azul, Mateo regresó a su habitación, sintiéndose más ligero y feliz. El día siguiente, despertó decidido a ser el niño más valiente y amable de todos. Así, comenzó ayudando a su mamá en casa y siendo amigo de todos los que conocía.
Siempre pensaba en Rocco y el dragón, y cada noche, cuando cerraba los ojos, sabía que sus sueños lo llevarían de vuelta a ese mundo mágico. Y mientras tanto, sus actos de bondad iluminaban su camino, volviéndolo un pequeño héroe en su día a día.
Y así, Mateo aprendió que ser valiente no sólo significa no tener miedo, sino mostrar amor y ayudar a los demás, creando un mundo más bonito, tanto en sus sueños como en la realidad que lo rodeaba.
FIN.