La sombra del árbol
Era una noche oscura y silenciosa en la casa de Laura. La pequeña de cinco años tenía un gran miedo a la oscuridad, y esa noche, mientras su mamá le contaba un cuento, Laura cerró los ojos. Apenas se apagaron las luces, Laura sintió un escalofrío. "¿Mamá, todavía quedan luces encendidas?"- preguntó con voz temblorosa. "No, mi amor. Es solo la oscuridad. Cierra los ojos y sueña con cosas hermosas"- respondió su mamá, acariciándole el cabello.
Pero, cuando su mamá se fue, el miedo se hizo más fuerte. Sin embargo, Laura se acomodó en su cama y trató de pensar en flores, en mariposas y en su perrito Rufus. Todo iba bien hasta que, de repente, vio algo extraño: una sombra gigante que se movía en la pared. "¿Qué es eso?"- pensó aterrorizada. La sombra parecía un monstruo con ojos enormes.
Con el corazón a mil por hora, Laura se lanzó y se escondió bajo su cama. Allí, tapándose la cabeza con la almohada, comenzaron a pasar los minutos. El miedo la envolvía como un abrazo frío. "Espero que se vaya pronto"- murmuró para sí, temblando.
Pasó mucho tiempo, y el silencio de la habitación la rodeaba. Lentamente, Laura se atrevió a sacar la cabeza de su escondite. Al mirar hacia la pared, la sombra seguía ahí, y su tamaño le parecía más grande que antes. Pero entre el miedo y la curiosidad, se acercó un poco más. "¿Quién está ahí?"- preguntó, casi en un susurro.
Y en ese momento, se dio cuenta de algo increíble. La sombra sólo era un árbol que estaba afuera de su ventana. Las ramas se movían con el viento, llenando la habitación con formas mágicas. La niña, aún con un poco de miedo, empezó a reír. "¡Es un árbol! No es un monstruo"- exclamó aliviada.
Con su nuevo descubrimiento, Laura decidió que ya no podía tenerle miedo. Así que, levantándose de su escondite, se acercó a la ventana y admiró cómo las hojas brillaban bajo la luz de la luna. "¡Qué hermoso!"- se maravilló, mientras el viento hacía bailar las sombras de las ramas en la pared.
Desde esa noche, Laura comenzó a ver la oscuridad de otra manera. Cada vez que sentía miedo, recordaba que las sombras podían ser solo árboles, o las formas de las cosas que se movían con el viento. Era como si el universo le hubiera mostrado un secreto: no todas las sombras eran aterradoras, algunas eran mágicas.
A partir de entonces, Laura se convirtió en una exploradora de la noche. Cada vez que el sol se ponía, se atrevía a mirar afuera. "¡Buenas noches, señor árbol!"- decía, y el árbol, como si le respondiera, se movía gentilmente con el viento. Laura incluso hizo una promesa a su árbol.
"Cuando crezca, voy a cuidar de cada árbol, para que todos tengan un refugio como tú en la oscuridad"- prometió, mirando con determinación.
Así, con cada día que pasaba, Laura aprendió a enfrentar sus miedos. Sabía que siempre habría algo hermoso esperando a ser descubierto, incluso en la oscuridad. La niña que una vez se escondía bajo la cama, ahora se convirtió en la más valiente de sus amigos, compartiendo su historia y enseñándoles a todos que a veces, los miedos son solo sombras y que tras ellos se esconden cosas maravillosas.
FIN.